Tras 'Napalm al cor'

Pol Guasch: "Estamos rotos. Hay mucho dolor, tristeza y desesperanza"

El escritor y poeta vuelve con ‘Ofert a les mans, el paradís crema’ tras el incendiario 'Napalm al cor'

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Pol Guasch, el pasado viernes en Barcelona.

Pol Guasch, el pasado viernes en Barcelona. / MAITE CRUZ

Anna Abella

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Tras su incendiario debut novelístico, la postapocalíptica i distòpica ‘Napalm al cor’(Premi Llibres Anagrama 2021), recién llevada al teatro, Pol Guasch (Tarragona, 1997) regresa con ‘Ofert a les mans, el paradís crema’ (Llibres Anagrama), intimista, dolorosa y luminosa a un tiempo. Su prosa estética y misteriosa, que bebe de la poesía cultivada en sus premiados poemarios ‘Tanta gana’ y ‘La part del foc’, sigue las incertidumbres de dos veinteañeros, Líton y Rita, en los inicios de la epidemia de sida en una tierra quemada por la sequía.    

De niña, Rita pasa muchos ratos en el cementerio. ¿Me equivoco si digo que comparte esa experiencia con ella?  

Es mi paisaje sentimental. Crecí al lado de un cementerio, viéndolo desde la ventana de casa, en Tarragona. También veía una autopista de seis carriles: asfalto. Eso te hace de una forma determinada. A menudo me preguntan por la muerte en mi obra. No la planteo como un tema, pero es una presencia constante. Forma parte de la vida, para mí es algo obvio, natural. No la temo. Temo más la muerte de los que me rodean que la mía. Me da miedo la transformación que implica de tu presente y para la que no estás preparado.   

¿Y cómo se refleja ese paisaje sentimental? 

En un encuentro de poetas en Suiza me preguntaron ‘¿De qué color dirías que es tu lengua?’. Es del color de mi infancia, tiene que ver con el gris del asfalto y el cementerio. Pero la lengua la veo de un color verde y transparente, porque con la escritura he buscado un contraste con mi paisaje sentimental. Se refleja no tanto para huir de él sino para pensar alternativas a mi entorno y al presente. Como estos personajes, que buscan alternativas a su realidad. 

La familia es un lugar infernal y de dolor y a la vez luminoso donde negocias quién quieres ser con alguien que ya tiene la idea determinada de quién debes ser

"Un día te mueres y ya está", dice uno de ellos. Habla de los inicios del sida, cuando nadie sabía aún qué era aquel virus.

Quería explorar la herencia del sida en una generación que no lo vivimos. Siempre me interesó y había leído mucho sobre ello. No busqué testimonios porque me parecía un abuso llevar a mi ficción la historia de alguien. No es cierto que no se puede escribir de cosas que no has vivido. El relato de la experiencia y el testimonio es peligroso. Todo deja rastro, huella. Hay una racionalidad en el mundo ‘queer’ que tiene que ver con un momento terrorífico que no hemos vivido pero que sigue afectando a nuestra realidad y manera de amar. La forma ‘queer’ de amar está marcada por el silencio, la muerte y lo imprevisto.  

¿Pensamos mucho en la muerte pero nos da miedo hablar de ella? 

Pensamos más en ella de lo que admitimos, no por tabú sino porque nos aterra lo que implica: la despedida. Decir muerte es decir adiós, decir final. Nos duele pensar en los finales, despedirnos de las cosas. 

¿Se ha superado el estigma del sida? 

En absoluto. Es impresionante el desconocimiento del tema. Aunque como ya no es noticia puede parecer que la hemos digerido no es así. Es muy fuerte que la gente no sepa aún que indetectable es igual a intransmisible. Y la desinformación implica estigmatización. Y la consecuencia es la marginalización y al dolor.  

Aún hay desinformación sobre el sida, y eso implica estigmatización, que causa marginalización y dolor

Líton viene de la ciudad. Rita vive en la Colònia, donde hay familias mineras, en la cima de un pueblo. ¿Qué los une? 

Se entienden aunque vienen de contextos socieconómicos opuestos. La novela trata de los conflictos que genera el encuentro de esos dos mundos. Pese a la diferencia, los iguala el desamparo que experimentan ante el fracaso de las expectativas, de una promesa no cumplida, ante un final que no pueden controlar. Y es una novela sobre la exploración de los límites. De los evidentes -el climático, el territorio, el de clase- y los silenciosos, y dolorosos: les une el dolor de no poder conseguir lo que quieren: salir de un pueblo maldito, de una vida que no quieren.  

Pol Guasch, el pasado viernes en Barcelona.

MAITE CRUZ

Viven una sequía histórica, como la actual en Catalunya

Ha coincidido con la emergencia de sequía. Eso demuestra que no es una distopía, ni ciencia ficción, ni ficción especulativa. Habla del presente. Empecé a escribirla tras ‘Napalm’ cuando hubo aquellos incendios tan salvajes, aquí, en Grecia, en Canadá...  

¿Siente impotencia ante el cambio climático?

Líton y Rita reaccionan con melancolía ante la incapacidad de poder transformar su presente. Nos han adobado con la versión de que ante la incapacidad de transformar el mundo reaccionaríamos con rebeldía y levantamiento pero nos hemos descubierto haciéndolo con melancolía y una profunda tristeza. Tengo la sensación de que estamos rotos. Hay mucho dolor, mucha gente triste, una sensación global de desesperanza.  

Las tres ancianas de la Colònia se sienten "gente caduca", que estorba. ¿Nos dimos cuenta en pandemia de cómo arrinconamos a nuestros mayores? 

Totalmente. Hay una tiranía salvaje del cuerpo joven y productivo. Y aquí hay un cuerpo joven enfermo de muerte. Escribir de estas ancianas fue recuperar unas voces, unos conocimientos, una mirada sobre el mundo que quiero y que he tenido la suerte de que gente mayor como mi abuela me ofreciera.   

No temo la muerte, es algo natural. A la gente le aterra porque implica decir adiós y pensar en un final

Además de los inicios del sida, Líton y René hacen el Servicio militar, graban música en cintas de casete... Son los años 80, muy ajenos a su generación. 

Escribir me permite huir del presente. Odio ser esclavo de los hechos al escribir. Me interesan las sensaciones, las relaciones, las experiencias. Me gustó escribir sobre un mundo que no viví pero que me ha atravesado mucho. Oí las historias de la mili de mis abuelos, el conocimiento culinario de las ancianas es el de mi abuela, a los niños les daban un huevo batido con vino rancio y azúcar. El sida... Yo no lo he vivido. Pero la memoria que no conocemos nos configura. La melancolía y la tristeza de los personajes no son suyos. La tristeza y el dolor que yo siento, la manera cómo amo, no es mía. Quiero mapear el dolor que sienten los personajes.  

¿Refleja las incertidumbres de la juventud? 

La incertidumbre trasciende las generaciones. La viven no por el hecho de ser jóvenes. Las ancianas también sienten la pena de asumir que el mundo que ellas representan se acaba. Escribo de cómo canalizamos la incertidumbre. Escribiendo sobre sexualidad, amistad, amor… entendemos cosas sobre la incertidumbre ante un futuro incierto. ¿Es la amistad la salvación en un no futuro? ¿Es la sexualidad un espacio donde canalizamos ese malestar?     

Líton y Rita. Líton y René. Rita y Fèlix. Rita y Lena... Sus relaciones son una normalización del amor, el sexo y el deseo ‘queer’. ¿Peligra? 

Sí y no. La normalización y asimilación de los deseos no normativos cada vez es más clara a pesar de que la extrema derecha fagocita ciertas formas de disidencia para llevarlas a su terreno. Somos conscientes de que siempre seremos condenados, señalados y odiados y no hay que olvidarlo, pero me preocupa más la demonización de la diferencia como una solución fácil. Las formas de amar no hegemónicas se encuentran entre la romantización de la disidencia y el amar desde los márgenes y el deseo de tener un amor normal. Y debemos poder decir que no pasa nada por desear un amor normal.  

No abandona el tema de la familia.

La familia es un lugar infernal y a la vez luminoso donde generas una deuda que te acompaña toda la vida. Igual que la muerte, la familia atraviesa mi escritura. ‘Napalm al cor’ es la historia entre una madre y un hijo. Aquí estos jóvenes descubren que huir de sus familias es imposible. La familia como institución es la cosa más trágica en el sentido griego de la palabra. Todo está en una familia. Yo mismo he romantizado familias de amigas o colegas aparentemente perfectas hasta que descubres un dolor silencioso, una tragedia más íntima y callada. Es un espacio de dolor, donde tú negocias quién quieres ser con alguien que ya tiene la idea determinada de quién debes ser.