Crónica de concierto

Romeo Santos proclama larga vida a la bachata en Barcelona

Romeo Santos, al inicio de la primera de sus dos actuaciones en Barcelona, este viernes en la Fira de Gran Via

Romeo Santos, al inicio de la primera de sus dos actuaciones en Barcelona, este viernes en la Fira de Gran Via / Zowy Voeten

Ignasi Fortuny

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Hace falta poco más que unas diabólicas cuerdas de guitarra para que la electricidad de la bachata transite de cadera a cadera, así hasta 17.000, número de barceloneses de muchos orígenes que anoche acudió a rendir pleitesía al rey Romeo Santos en una gigantesca fiesta latina que se extendió por la pista de hormigón de la Fira de Barcelona, este viernes repleta de baile tropical.

El artista neoyorkino, criado en el Bronx, de ascendencia dominicana y puertorriqueña, regresaba a la capital catalana -el sábado vuelve a actuar- con la excusa de su álbum 'Fórmula Vol. 3', pero en realidad volvía para recordar a los suyos que no duden de su monarca, que con más de 20 años de carrera consistente y 42 años de edad, no piensa titubear. Y con actuaciones como la de anoche, el rey y la bachata tienen larga vida también fuera de sus propias latitudes. Ya desde el calentamiento con un dj, que postergó el inicio del concierto una hora, se convirtió el espectáculo en un escrutinio de nacionalidades. "¿Hay gente de Venezuela?". Ruído. "¿De Dominicana?". Muchísimo más ruído. "¿De Ecuador?". Ruído ganador. También lo repitió varias veces el propio Romeo Santos, exmiembro del grupo Aventura.

Apareció el Rey de la bachata con un elevador al escenario, ocupado por una notable banda, para desprecintar la velada con 'El pañuelo', que interpretó acompañado de una de sus coristas en el papel de Rosalía, con quien canta originalmente el tema. Y repasó en la primera parte del 'show' otros temas del buen álbum que protagoniza su gira, pero no dudó en tirar de rápidamente de repertorio más reposado como pasó con 'Eres mía' o 'Cancioncitas de amor', aunque su público no escatima esfuerzos en responder a cualquiera de sus piezas o señales -destacable griterio reaccionando a cada paso sensual del cantante-, porque, al final, dijo el neoyorkino, "las próximas dos horas son para dejar el estrés, los asuntos personales, y disfrutar, cantar... Y bailar".

Romeo Santos también llamó a "tomar [beber] responsablemente" con una copa en la mano, número facilón para dar entrada a 'Bebo', historia de refugio alcohólico tras una traición amorosa. Juega el cantante con la sensualidad, su poderoso porte, conocedor su poder de atracción. "Solo hoy soy su marido y su novio", soltó para el alboroto general. Tras una primera pausa, con cambio de 'look' que anunciaba cambio de registro -dejó el traje, la contención y la insinuación, para coger una camisa abierta, símbolo de un inminente descaro-, transitó rápidamente por algunos himnos basados en colaboraciones: desde la muy reciente con Karol G, 'X si volvemos', a la histórica y ardiente 'Noche de sexo' (2005), con Wisin y Yandel, entre muchas otras.

Más pausado, sentado en un sillón, o más bien un trono, el Rey de la bachata pidió al público propuestas de canciones para probar su memoria y su penetrante y característica voz, pues respondía a capella. Terminó con más peticiones: "¿Queréis nuevas o clásicos?". Casi nada compite contra los clásicos. Y nada lo hace con 'Obsesión', éxito imperturbable de Aventura, ni con 'Propuesta indecente', colofón de una formidable fiesta latina de final de año.

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