Festival Temporada Alta

'La Scelta', el ser o no ser del programador cultural

El público vota con cartulinas a mano alzada durante el espectáculo.

El público vota con cartulinas a mano alzada durante el espectáculo. / EP

Marta Cervera

Marta Cervera

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Roger Bernat se cansó de trabajar con actores. Hace años abandonó la compañía General Elèctrica para investigar otro tipo de teatro y crear dispositivos donde la intervención activa del espectador es clave. El último, 'La Scelta', estrenado con éxito en la sala La Planeta en el Festival Temporada Alta. Se trata de un curioso experimento donde el público juega por unas horas a ser programador de un festival de artes escénicas. Divididos en tres grupos al llegar, cada uno de ellos debe observar tres tráileres de espectáculos, debatir sobre ellos y, al final, votar cuál eligen. Las justificaciones y opiniones están apuntadas en tarjetones que son repartidas entre el público. Cada uno asume el compromiso de decirlo, a poder ser sin mirar la cartulina, dando pie a un divertido debate.

La presencia de actores y programadores de verdad en la única función que se hizo el viernes dio un plus al espectáculo en determinados momentos. Algunas frases evidenciaban algunos de los dilemas clásicos: "Nuestro festival no está prepardo para este tipo de espectáculo", hizo estallar una carcajada. La necesidad de ser modernos o de justificar las subvenciones aparecieron en la propuesta que también incluyó enfrentamientos dialécticos a favor y en contra del teatro posdramático y puyas para ver quién sabía más acerca de determinados referentes artísticos. El ritmo de intervención lo marcaba una pantalla donde se explicaba el proceso a seguir. Primero se visionaba un tráiler de un espectáculo y después venía el debate. Cada cual debía leer su parte y ser protagonista en algún momento. Cuando aparecía el número de la tarjeta que te habían dado proyectado en la pantalla tocaba participar. Al final, independientemente o no de lo dicho, cada uno votaba su obra preferida. La democracia se imponía. En mi grupo 'The watching machine' de Macarena Recuerda obtuvo más votos que los espectáculo de Las Huecas y de Germana Civera.

Decisión final

Cada grupo tenía ya su favorito. Los espectadores-programadores había elegido. Pero solo una de la obras finalistas sería la escogida para participar en el festival. Había que desempatar entre 'Grandissima Illusione', de Cris Blanco, 'The watching machine' e 'It don't worry me', una creación de la compañía catalana Atresbandes con el dúo formado por Bertrand Lesca y Nasi Voutsasde.

Los tres grupos de supuestos programadores se reunió en la sala de La Planeta para elegir la obra ganadora. Se repitió el proceso de manera visionado y debate pero de manera más ágil porque todo el mundo ya estaba dentro del juego y ninguna pantalla marcaba cuándo tocaba a alguien intervenir. Ese punto de improvisación marcó disquisiciones tan profundas como banales sobre el arte y del ser humano. Al final, el espectáculo elegido fue 'It don't worry me'. ¿Era la mejor elección? Cada programador tiene sus preferencias pero al final el público tiene la última palabra. "Nuestros debates nunca son tan extensos", comentaba un profesional a la salida. El juego resultó interesante. ¿Cuánto había de realidad y ficción en el texto? Según Bernat, que estuvo en contacto con diferentes festivales en Italia para preparar la pieza, "mitad, mitad".