Crítica de teatro

Política de calle en FiraTàrrega 2023

Durante el fin de semana, la capital del Urgell se ha lanzado al exterior para combinar entretenimiento con reflexión en un festival que ha recuperado el gran formato tras la pandemia

La Veronal hipnotiza FiraTàrrega con 'Sonoma'

Representación de 'Mo et le ruban rouge', de 'L'home debout', en Tàrrega

Representación de 'Mo et le ruban rouge', de 'L'home debout', en Tàrrega / Alex López / EFE

Manuel Pérez i Muñoz

Manuel Pérez i Muñoz

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Aparentemente no pasa nada, pero por poco que nos fijemos descubriremos que algo no encaja. Movimientos que se repiten, personas que pasan dos veces por el mismo punto, comportamientos circulares. ¿Un fallo en Matrix? Cuesta distinguir quién está en el ajo de los simples transeúntes que llenan la plaza con su anonimato. Poco a poco, de la reiteración de gestos cotidianos emerge una especie de coreografía colectiva de lo banal, un experimento social en el que acaba participando casi sin querer toda la gente que pasa en ese momento. Todo acaba como una especie de 'rave' bailada, desafiante por espontánea.

Así se desarrolla el espectáculo 'Plata', de Big Bouncers, que no aparece en las parrillas porque forma parte del grupo de piezas 'L'inesperat', intervenciones que ocurren sin avisar llevando la magia de FiraTàrrega al extremo. La calle como posibilidad, teatro contra las rutinas cotidianas, la gente convive, reflexiona y se divierte. Se percibe como una alegría recuperada este año. Olvidado ya el covid que tanto daño hizo a un acontecimiento de este tipo, el festival ha recobrado contacto, músculo y gran formato en su edición 43. La calle es nuestra.

La calle, y también los tejados. Entre lo más comentado de la edición, 'Follow me', del dúo de acróbatas belga Be Flat. Sin ningún elemento de protección, la compañía se vale de 'parkour' para escalar por los balcones ante la atónita mirada de los vecinos. Les siguen a ras de suelo los espectadores, que acaban casi sin darse cuenta integrados en el espectáculo. Acrobacias y movimiento de grupo, artistas y público casi como un todo. Se participa, pero sin presión, cada uno decide el grado de implicación. Así pasa también en otro de los imprescindibles, 'Idiòfona', de Joan Català, instalación humana ambulante, amasijo de hierros que el artista transforma en un instrumento colectivo, campanas tubulares de las que el público extrae la melodía final. Épica grupal.

Teatro al por mayor

Un momento de la representación de 'Sonoma', de La Veronal, en FiraTàrrega

Un momento de la representación de 'Sonoma', de La Veronal, en FiraTàrrega / Alex López / EFE

A falta de espectáculo inaugural, 'Sonoma' de la internacionalizada compañía de danza La Veronal jugó el papel de cabeza de cartel. El coreógrafo Marcos Morau adaptó a la plaza Major su contundente homenaje a Buñuel. Ni en su aclamado paso por Festival de Aviñón la pieza encontró un marco mejor. La iglesia local abre sus puertas para que las bailarinas entren y salgan cargadas de simbolismo. Y la novedad: unas 40 voluntarias ataviadas con tambores harán que el final de la pieza resuene por toda la ciudad.

Con La Veronal y otras piezas, FiraTàrrega recupera este año el gran formato limitado en las ediciones anteriores. Los más contundentes, la compañía francesa L'home debout, que pasea una enorme marioneta por el centro de la ciudad. Teatro de masas con mensaje, la historia de un niño refugiado de siete metros de altura, un gigante con los pies en el suelo. Homenaje a los 300.000 menores huérfanos desplazados, cifra que nos recuerda una voz al final del espectáculo. Discurso, espectacularidad y grandes audiencias no están reñidos, queda claro.

Todos los formatos

No solo de calle vive Tàrrega. Todo puede ser un escenario. Una sala oscura, por ejemplo, donde el teatro de objetos de Modo Grosso hipnotiza a un grupo de espectadores que escapa del abrasador calor de primera hora de la tarde. Hacia el atardecer, frente a una caravana, Marga Socias se crece en su personaje característico a mitad camino entre la lucidez del gurú y lo disparatado. En 'Orelles' nos propone una terapia para escuchar el mundo de otra manera, recital musical entre lo brossiano y el posthumor desconcertante. Por la noche, un bus nos lleva hasta un bosque fuera de la ciudad donde la Cia Pagans realiza rituales de brujería, herejía algo naíf con su dosis de tecnología en forma de libro de magia inteligente. Solo faltaron las setas alucinógenas.

La gente entregada

'Hands up', de la lituana Agniete Lisickinaite, en FiraTàrrega

'Hands up', de la lituana Agniete Lisickinaite, en FiraTàrrega / Alex López / EFE

Más afinado en lo político 'Hands up', de la lituana Agniete Lisickinaite, performance de danza para reflexionar sobre el cuerpo como mensaje contestatario. La pieza comienza como una protesta por las calles para luego recogerse en la reflexión de una sala pequeña. Contra la simpleza de los lemas manidos que el público enarbola, la dificultad de prolongar un gesto aparentemente simple: manos arriba, ¿protesta o sumisión?

Algo más le costó entender al público el ensayo general de la pieza-concierto 'Les nostres terres com planetes dansant', un proceso creativo expuesto en el momento de más afluencia de gente en la plaza Major. Muchos espectadores marcharon pensando que era una función fallida en lugar de un experimento. Aparte de ese momento, FiraTàrrega ha contado con el respaldo popular acostumbrado. Acompañó el buen tiempo y eso se tradujo en el 92% de ocupación de los espectáculos de pago, con casi 13.000 entradas despachadas a falta de las cifras definitivas. Muchos más simplemente pasearon libres sin pasar por taquilla, a la caza de más momentos inesperados, joyas ocultas como los Recreativos Federico, homenaje a Lorca en forma de máquinas de feria. En la calle cabe todo, por eso no deja de sorprender.