Entrevista

Lila Downs: “Me da gusto que no se imite lo que se hace fuera y se mire hacia dentro”

La cantante trae su revisión de la música popular mexicana, ahora con acentos norteños, este lunes al teatro Apolo, al tiempo que anuncia un nuevo álbum, ‘La Sánchez’, homenaje a las mujeres de su familia, que verá la luz a la vuelta del verano

Lila Downs

Lila Downs / Marcela Taboada

Jordi Bianciotto

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“Fuiste poquito para mí / No va a dolerme estar sin ti / Vas de salida, eso ya lo decidí”, canta en ‘Vas de salida’, la canción-proa del que será su nuevo álbum, ‘La Sánchez’. ¿Canción de despecho y determinación personal?

Así es, viví una situación de despecho bastante tremenda con mi esposo durante la pandemia. Fueron momentos difíciles, melancólicos, para muchos miles de personas, y en mi caso llegó a ser posible la separación, pero luego nos reconciliamos. En el nuevo disco hay varios temas en esa línea. Pero, en realidad, esa canción no es de mi autoría, sino de Luciano Luna y Leslie Laraim. La descubrí gracias a la disquera. La mitad de las composiciones del álbum son mías y la otra de autores nuevos, de la región del norte de México. Son canciones de “agarra tus cosas y salta”. Seguramente cantaré algunas de ellas en los conciertos en España.

¡“Agarra tus cosas y salta”! Qué bonita imagen. Estos temas, como dice, están muy vinculados a la música norteña, del estado de Sonora. ¿Con espíritu tradicional o innovador?

Tradicional, aunque con teclados y algunos efectos, pero reflejando el estilo y el sabor sonorense. Todo eso viene de Orlando (Aispuro), el productor. Es un joven de 28 años, de Sonora, me lo presentó la disquera y lo curioso es que él no sabía quién era yo. Al principio no entendía mucho lo que quería hacer, pero poco a poco fue comprendiéndolo y emocionándose. Fuimos a grabar tres videos en Sonora. El de ’Vas de salida’ lo hicimos con mujeres de la nación ‘comcaac’, mujeres del desierto.

En su trayectoria ha cantado en algunas de las lenguas autóctonas de México. ¿Incluye esta vez el seri, conservado en Sonora?

En esta ocasión, no, pero he pensado en adaptar algo en yaqui. Es posible que lo haga para las presentaciones en vivo.

Pero usted es originaria de Oaxaca, en el sur de México. ¿Por qué este trabajo en torno a la música norteña?

Fíjate que la música del norte la consideramos muy nuestra todos los mexicanos, en las distintas partes del país. No es una música que consideremos “de ellos”, sino nuestra. Y tenemos el derecho a cantarla también.

Pudimos verla por primera vez en Barcelona en el Grec de 1999, actuando en la plaza del Rei. Ya entonces llamaba la atención su sensibilidad por las culturas originarias. ¿Cree que ha aumentado el respeto y el reconocimiento de ellas en México?

Pienso que sí, hay nuevos exponentes en la música y se nota también en la legislación y en una mayor presencia en general en el país. Hay un diálogo más civilizado sobre cómo abordar la existencia de nuestras comunidades. Es un cambio muy importante.

Las músicas tradicionales no eran vistas en los 90 como un material moderno, y ahora tenemos, por ejemplo, a una Natalia Lafourcade, que se inicio en el pop, llegando al gran público con su visión de los géneros populares.

Me da mucho gusto que ahora no se imite lo que viene de otros lugares y se mire hacia dentro, porque siempre se miraba hacia fuera. Cuando yo era pequeña, mi madre defendía eso: “ese cantante está copiando a un inglés”, decía. Siempre fue muy importante para mí demostrar que nuestras culturas tienen un valor. Ahora, a eso hay que añadir la naturaleza: valorar nuestras especies y tenerlas en cuenta, ya sea en la gastronomía o en otros campos.

¿El reguetón, que hoy tanto se oye, es un género popular latino como cualquier otro, o un artefacto industrial, o ambas cosas?

Ya con el tiempo se volvió eso, pero yo recuerdo cuando vivía en Nueva York, hace 15 años, que el reguetón empezaba y esos chicos lo hacían de una manera muy ritual, utilizando discos, haciendo ‘remixes’ y colocando sus versos, y había una belleza ahí. Era parte del movimiento boricua. Así se van transformando las tendencias. Ahora, en México, hay un movimiento nuevo alrededor del corrido, lo llaman tumbado y es muy interesante. En México distinguimos lo que es bélico y lo que no es bélico, por la cuestión del narco. Lo no bélico es lo que gusta a la mayoría del público, y a mí.

Antes hablaba de su marido, Paul Cohen, colaborador estrecho en gran parte de su carrera, que falleció el pasado diciembre.

Tuve que grabar el nuevo disco en enero y entre canciones me salía llorar y el ingeniero, Aneiro Taño, cubano, me apoyó en las partes vocales. Con él y Orlando logré salir adelante, porque había dentro de mí el temor de abandonar, de desfallecer y quedarte con la pena y perder todo tu centro. Para mí, era muy importante seguir con este proyecto. Paul fue coautor y arreglista de algunos de los temas del disco.

¿Va a cambiar el modo de enfocar su carrera y su rumbo artístico tras esta pérdida?

No lo sé. Quizá en algunas cosas, pero en su mayoría no tanto, porque desde hace cinco o seis años él ya intuía que su momento de partida venía pronto y ya no viajaba mucho conmigo, ni tocaba en la banda. Me decía: “me parece muy bien lo que estás haciendo, yo no tengo nada que decir ahí”. Poco a poco, me iba soltando la mano.

El álbum, ‘La Sánchez’, se prevé que salga a la vuelta del verano. Sánchez es su apellido materno. ¿Un homenaje a su madre?

A las mujeres de mi familia, que han sido todas unas chingonas, como decimos en mexicano. Mi abuela fue una mujer que perdió al marido después de que mi madre naciera, y mi madre perdió a mi padre cuando yo tenía 16 años. Ahora, mucho tiempo después, me ha tocado a mí.

Ya son unos 30 años de carrera profesional. ¿Los siente como un peso, un camino costoso?

Lo ha sido, cómo no, pero siempre le he dado la vuelta, y cuanto más me ha costado, más lo he apreciado y más me he enamorado con lo que estaba haciendo. Sigo pensando así, y este es el éxito, encontrar tu manera de hacer, que te lleve luz y te ayude a entender mejor este regalo tan grande al que llamamos vida.

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