Concierto en el Sant Jordi
Alejandro Sanz, un baño de éxitos para dejar de confundir a sus fans
El cantante hizo olvidar sus confesiones depresivas de las últimas semanas con un concierto arrollador en el Palau Sant Jordi en el que apostó por sus éxitos de todas las épocas y que contó con Manolo García y Niña Pastori como invitados especiales
Jordi Bianciotto
Periodista
Mientras el Sónar quemaba las naves en Fira Gran Via, no muy lejos, otra cita musical multitudinaria: Alejandro Sanz, llenando una vez más el Palau Sant Jordi en su regreso a Barcelona tras cuatro años de su última visita (al RCDE Stadium, de Cornellà), y viéndose las caras con esos fans a los que tiene un poco desconcertados desde que, hace unas semanas, se confesó “triste y cansado” en las redes. Quizá la procesión vaya por dentro, pero este sábado tuvimos a un Alejandro pletórico y disfrutón con su combinado de hitos de ayer y hoy.
Pero es tiempo de cambios para el madrileño, que estrena ‘management’ (reencontrándose con uno de sus primeros valedores, Iñigo Zabala), compañía discográfica (Sony Music suple a Universal después de once años) y tinte de pelo (rubio). Con todo ello, esta gira tiene aspecto de pulmón de oxígeno en tiempo de ‘impasse’. Aunque comenzó el concierto con las palabras confesionales que abren su último disco, ‘Sanz’ (“soy el hijo de María y de Jesús, el de Alcalá y el de Algeciras”), de ese material de corte intimista quedó fuera de foco en el Sant Jordi. En lugar de defender aquel álbum con una gira específica, quizá de recintos de pequeño aforo, Sanz volvió a lo de siempre, los grandes ‘shows’, en los que ese cancionero queda extraviado.
Sin prisioneros
Y ahí, sigue siendo un primera espada, como nos percatamos nada más salió a escena a golpe de ‘No es lo mismo’, tema que conservó su ‘punch’ 20 años después, con sus dejes cubanos y su pegada urbana, y que ligó con ‘Todo lo que fui es lo que soy’. Banda amplia y modulable, presta al aparato rock, la latinidad percusiva, el r’n’b sinuoso con coros huracanados. Y las baladas extralargas, de ‘Mi marciana’ a ‘Desde cuando’. “No hacemos prisioneros, esta noche lo damos todo”, anunció Sanz, recordando que esa noche se cumplían 25 años de su debut en el Sant Jordi (en realidad, fue un 19 de junio).
Aunque su voz se mostró en estado de revista, en muchas de esas canciones no hacía falta que se desgañitara: el estribillo de ‘La fuerza del corazón’, de longitud previa a la era Tik Tok, recayó en el público, adornando la escena con globos luminosos. ‘Medleys’ trufados de tonadas compartibles, desvíos ‘urban’ dominados por la banda y, sorpresa, Manolo García compartiendo un sentido ‘Quisiera ser’, y Niña Pastori en ‘Cuando nadie me ve’ y su rumba ‘Bon dia’ (canción dedicada a Barcelona), camino de las cartas incontestables: ‘Corazón partío’, la remota 'Viviendo deprisa', la delicada 'Lo ves' a solas con el piano. Mientras decide su próximo paso, Sanz tiene un consistente catálogo de canciones con el que compartir las noches.
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