Nueva novela negra

Toni Hill convierte a un verdugo de garrote vil en asesino en serie

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El escritor Toni Hill, en la sede de Penguin Random House, en Barcelona, este jueves.

El escritor Toni Hill, en la sede de Penguin Random House, en Barcelona, este jueves. / FERRAN NADEU

Anna Abella

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Buscó Toni Hill (Barcelona, 1966) a un psicópata original para su séptima novela, su ‘thriller’ más oscuro y genuino. Y lo halló. Se inspiró en Nicomedes Méndez, quien fue el orgulloso verdugo titular de la Barcelona de finales del XIX y principios del XX. "Él y sus colegas hacían un trabajo desagradable, que los convertía en marginados y pájaros del mal agüero, pero que era necesario en la sociedad de la época". Y de ahí, el escritor modeló a su propio verdugo del siglo XXI, Thomas Bronte, un culto galerista, "atractivo y morboso como Dexter" e inquietante como Hannibal Lecter, que se revela como un asesino en serie en la Barcelona de 2021 que va olvidando la pandemia, donde ajusticia a sus víctimas con un decimonónico garrote vil y deja como tarjeta de visita una nota que reza ‘Alguien tiene que hacerlo’.   

Con este potente personaje de infancia traumática, Hill, consolidado como uno de los nombres más sólidos del ‘noir’ español, urde ‘El último verdugo’ (Grijalbo), donde aparca el policiaco de tintes más sociales de ‘Tigres de cristal’ o ‘El oscuro adiós de Teresa Lanza’ para enganchar al lector planteándole "preguntas incómodas y dilemas morales". "¿Hay gente que no merece vivir? ¿Un asesino debe ser ajusticiado? Quiero que piense: ‘no puedo aprobar lo que hace este psicópata, pero mal, mal, no me parece’. En Twitter vivimos en la época de la exageración y la banalización. Todo el mundo mataría a alguien por cualquier cosa. Según los parámetros de uno, los demás siempre son culpables de algo".  

"Es cierto que el mundo estaría mejor sin algunas personas y sin algunos criminales, pero para eso debe intervenir el Estado. La pena de muerte es inadmisible, pero sí hay personas que no deberían salir nunca de prisión -opina Hill-. Y salen. Y otras que no deberían entrar. Pero ahí está el problema de la justicia, que no es perfecta. Los jueces son personas, con todos sus defectos".   

Todos somos sobornables, y no solo con dinero, basta con la posibilidad de cumplir tu sueño

El contrapunto de Bronte es Lena Mayoral, una criminóloga, tertuliana y autora de libros de ‘true crime’, que ayuda a los mossos en el caso. "Es solitaria, está acostumbrada a estar sola, volcada en el trabajo. Y no es perfecta. Como ella, todos cargamos con nuestras historias, errores o traumas, unos más terribles que otros. Sabemos cuándo hemos hecho algo que está mal. Y debemos ser consecuentes y asumir las consecuencias. Nadie es perfecto. Todos somos sobornables, y no solo con dinero, basta con la posibilidad de cumplir tu sueño", asegura el escritor, que constata cómo "nos atrae el lado oscuro que todos tenemos". "Parte del éxito de la novela negra es que alguien nos acerque esas caras oscuras mientras estamos cómodamente sentados en el sillón", admite el autor.

La 'variante catalana' del garrote

Bronte utiliza para sus ejecuciones la llamada "variante catalana" del garrote vil, con un punzón de hierro que penetraba por la base del cráneo y mataba más rápido. "Su invención la atribuyen algunos a Nicomedes, todo un personaje de vida trágica, cuya hija se suicidó porque su novio la dejó al conocer la profesión del padre. Los verdugos trabajaban por dinero pero se enorgullecían de ahorrar sufrimiento a los reos. A alguien se le ocurrió que sería mejor que murieran sentados y el garrote sustituyó a la horca, que se consideraba una forma menos humanitaria de matar porque los ajusticiados morían pataleando...", explica Hill, que vio algunos garrotes expuestos en museos, en visitas que no aconseja.   

El escritor Toni Hill, en la sede de Penguin Random House, en Barcelona, este jueves.

El escritor Toni Hill, en la sede de Penguin Random House, en Barcelona, este jueves. / FERRAN NADEU

"Nada justifica a un justiciero -opina-. El psicópata de la novela quiere matar y se busca una excusa para justificarse. Pero entonces, como le dice una de sus víctimas, el verdugo es igual que el reo". "Unos criminales sí sienten culpa y remordimiento, pero no los psicópatas. Estos tienen una tara de nacimiento y no tienen reinserción posible. La mayoría no matan, pero sí hacen daño. Todos hemos conocido a personas sin empatía que fingen tenerla, que no les afectan los sentimientos de los demás, son incapaces de ayudar o consolar porque son enormemente narcisistas. Por eso necesitan que la gente los aprecie y por eso intentan parecer encantadores, como Thomas, que tiene una tendencia natural de crueldad", señala el autor de la trilogía del inspector Salgado.


Venganza o justicia

Aborda también la novela el tema de la reinserción, a través de una joven, Cruz Alvar, que supuestamente mató a su novio. "Los padres saben que ella saldrá pronto de prisión y tendrá por delante la vida que creen que le robó a su hijo. Las familias de las víctimas quieren que los asesinos paguen de alguna manera, hay quien sí busca venganza, otros justicia", concluye Hill, que no descarta recuperar a los personajes de ‘El último verdugo’ en una nueva novela.