Crítica de cine
'La sirenita': lentejuelas y purpurina bajo el mar
Miedo a una Sirenita negra
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La versión en imagen real del clásico de animación tiene varios atractivos pero carece de momentos memorables
Desirée de Fez
Periodista y crítica de cine.
En base a la naturaleza de una historia con sirenas, príncipes y fondos marinos, al potencial de la bruja Úrsula en imagen real (Melissa McCarthy) y a otras decisiones como la elección de Javier Bardem para encarnar a Tritón, la nueva versión de 'La sirenita' prometía. Prometía espectacularidad, exuberancia y locura. El resultado no es exactamente así.
Dirigida por Rob Marshall, cineasta familiarizado con el universo de los cuentos ('Into the Woods', 'El regreso de Mary Poppins'), la versión en imagen real del clásico de animación (más que del cuento de Hans Christian Andersen) tiene varios atractivos. El principal, el carisma de Halle Bailey, la actriz y cantante que encarna a Ariel, dueña de un candor de otra época que juega a favor del cuento de hadas. Otro, su recreación 'kitsch' (aunque podría serlo más) del fondo del mar, lleno de lentejuela (los tentáculos de Úrsula) y purpurina (el 'look' de sus hermanas). Un tercero, el encanto de la parte que sucede fuera del mar, en el castillo, en la barca sobre la laguna azul, cuyo romanticismo retro (en las maneras, en la estética) funciona extrañamente bien.
Sin embargo, 'La sirenita' se resiente de un arranque lento, una duración excesiva, cierto baile de tonos, la ausencia de momentos memorables, la ejecución confusa de las escenas más espectaculares y, sobre todo, un mundo acuático que no acaba de brillar, a ratos más de latón que de pedrería.
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