Liceu

La pasión de Schubert y el sol de Antonio López iluminan la Modelo

El Liceu llevó al antiguo centro penitenciario el ‘Winterreise’, obra maestra del género ‘liederístico’, en un montaje con imágenes del universo del artista manchego

La pasión de Schubert y el sol de Antonio López iluminan la Modelo

La pasión de Schubert y el sol de Antonio López iluminan la Modelo / Paco Amate

Pablo Meléndez-Haddad

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Un ciclo de canciones como el ‘Winterreise’ de Schubert (‘Viaje de invierno, D. 911’) se presta a mil interpretaciones y en ocasiones se ha llegado a presentar incluso escenificado. El Liceu sabe bien de ello, pues en el recuerdo están la versión que mostró en el Foyer en 2003 el prematuramente fallecido director de escena Santi Palés con el barítono Markus Eiche y el pianista Jens Fuhr, –en la línea de joyas teatrales de pequeño formato vistas en ese escenario, como ‘Tórtola Valencia’ de Xavier Albertí o los ‘Canticles’ de Britten de Tim Carroll– y, en el polo opuesto, la formalidad de la lectura que el tenor alemán Jonas Kaufmann propuso en 2014 en un mano a mano con Helmut Deutsch en la sala grande ofrecida en la manera tradicional.

En una nueva propuesta del coliseo lírico, esta vez el ‘Winterreise’ abandonó las cuatro paredes del edificio de La Rambla en un ejercicio que llevó la marca Liceu a otro rincón de la ciudad. El ciclo tomó forma de la mano de la directora de escena Bárbara Lluch, que se inspira en una obra del pintor y escultor Antonio López utilizando vídeos de Tal Rosner (muy coherentes con las poesías) y el diseño de iluminación de Conchita Pons, cambiando los escenarios del Gran Teatre nada menos que por las dependencias de La Modelo, el excentro penitenciario barcelonés.

En este diálogo entre diferentes artes, el universo iconográfico de Antonio López (el recital se complementa con una exposición en la misma Modelo) se entrecruza con la poesía de Wilhelm Müller, autor de los textos que Schubert sublimara con su música en dos colecciones que se unirían editadas tras su temprana muerte. Tres mundos unidos por la propuesta de Lluch, que viaja desde La Modelo a La Mancha de López y a esos paisajes nevados centroeuropeos tristes, que cantan al desamor y al ocaso de la vida. Porque el ‘Winterreise’, aunque mira a un amor no correspondido, trasciende ese sentimiento para convertirse en una metáfora de la existencia humana y de la soledad. Y aunque la mezcla de la luz de Antonio López con el tono crepuscular de este puñado de ‘Lieder’ pareciera ser antagónica, la elección de La Modelo para el recital y para la exposición, un espacio que contrastaba con el encopetado público de noche de estreno, brindó las necesarias aristas lóbregas y de abandono a las que remiten las canciones.

Al barítono Benjamin Appl –vestido de presidiario, que reptaba en torno al piano y se movía por la galería contándole al público muy de cerca–, fue a quien le tocó en suerte poner su talento en esta propuesta a la que aplicó su fraseo delicado, pero también dramático, acentuando con pasión las poesías y proyectando con contundencia en un espacio que si bien no es óptimo para hacer música por su acentuada reverberación y por su permeabilidad acústica respecto de la calle Entença, sí que funcionó adecuadamente. Teniendo en cuenta que el ciclo ha sido interpretado por tenores, barítonos, sopranos, contratenores y mezzos, que el timbre de Appl no sea suficientemente oscuro y que los agudos se escucharan algo apretados son detalles menores ante su entrega. James Baillieu, desde el piano, fue un acompañante simplemente magnífico, que extrajo un sonido puro y envolvente.

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