Crítica de cine
'Matadero', de Santiago Fillol: el cine como revuelta
Un filme inclasificable visto a través de la mirada disruptiva de un cineasta norteamericano que llega a la Pampa, a mediados de los 70, para dirigir una película sobre el conflicto violento entre unos trabajadores y sus patronos
![Un fotograma de 'Matadero', de Santiago Fillol](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/ab76c5ea-7095-4e0b-8edb-dbdf9231ea8f_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
Un fotograma de 'Matadero', de Santiago Fillol / EPC
![Quim Casas](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/74ea7dd1-c4d0-4b33-bf06-cbb516da5662_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
![Quim Casas](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/74ea7dd1-c4d0-4b33-bf06-cbb516da5662_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Más de una década después de su debut, ‘Ich bin Enric Marco’ (2009), mezcla de ensayo, no ficción y falso documental en torno al hombre que falsificó su biografía en los campos de concentración nazis, Santiago Fillol, cineasta argentino afincado en Barcelona, donde ejerce también la docencia cinematográfica, regresa a la dirección con ‘Matadero’. Es otro filme inclasificable, sobre el papel una vuelta de tuerca a la variante genérica del cine dentro del cine.
Es también un relato político, pero alejado de las convenciones del denominado cine político, nada que ver ni con Costa-Gavras ni con el Bertolucci de ‘Novecento’. Porque como este gran fresco del siglo XX, ‘Matadero’ también habla de la lucha de clases, de las ilusiones y las revueltas. Lo hace a través de la mirada disruptiva de un cineasta norteamericano que llega a la Pampa, a mediados de los 70, para dirigir una película sobre el conflicto violento entre unos trabajadores y sus patronos. Rodaje y realidad, ficción y fabulación, se entrecruzan a través de la toma de conciencia de los intérpretes del filme ficticio, titulado precisamente ‘Matadero’, que se debaten entre su trabajo creativo y la militancia clandestina durante la dictadura. La puesta en escena es concisa, y Fillol armoniza muy bien –excelente trabajo con la luz– lo que ocurre en el rodaje y lo que transcurre en la violentada vida cotidiana argentina de la época.
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