Crítica de libros

'La bóveda y las voces', de Ramón Andrés: espacios de seguridad

El autor discurre triunfalmente por el diario, la biografía, el ensayo, la teoría musical y la historia de la cultura para reconstruir la vida del compositor flamenco del siglo XV Josquin Desprez

BARCELONA 07.03.2008 ICULT ENTREVISTA CON RAMON ANDRES FOTO DANNY CAMINAL

BARCELONA 07.03.2008 ICULT ENTREVISTA CON RAMON ANDRES FOTO DANNY CAMINAL / Danny Caminal

Gonzalo Torné

Gonzalo Torné

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No nos engañemos: los libros que apuestan por la mescolanza de géneros suelen terminar en desastre, dejando al lector entre el pasmo y la vergüenza. Por regla general los distintos géneros convocados se mezclan desde en un intento de de cubrir con las virtudes de unos las insuficiencias de los otros, de manera que el resultado es un monstruo de Frankenstein al que se le ven todas las costuras y donde lo ficticio carece de imaginación, el ensayo de ideas, la descripción de nervio y el estudio de trabajo.

De todos estos peligros sale no solo ileso, sino por momentos también triunfal, Ramón Andrés. El motivo es bien sencillo: los géneros que aquí se combinan (diario, biografía, ensayo, indagación, teoría musical, historia de la cultura… y alguno más que me dejo) no parecen mezclados desde el exterior para cubrirse las mutuas limitaciones, sino que remiten unos a otros de manera natural y fluida. Al leer se impone la impresión de sumergirnos en una mente cultivada, para la que es natural pasar de una apunte personal a una consideración sobre la polifonía, de un atisbo biográfico a la descripción de un camino o de un árbol, del dato histórico a la observación moral. Nada aquí está improvisado para la ocasión, escuchamos la respiración habitual de una conciencia.

La aceleración europea

Andrés reconstruye en 'La bóveda y las voces' la vida de Josquin Desprez, compositor flamenco del siglo XV, considerado como uno de los grandes músicos de su tiempo, y cuyos pormenores vitales caben en unos pocos folios. Andrés expone su biografía al vuelo del desarrollo de una música original y compleja, que lo relaciona con los maestros de otras artes de este siglo crucial donde parecen ensayarse espacios para frenar (o por lo memos descansar) la experiencia ansiosa del tiempo propia de Occidente (Andrés la considera una creación de Europa), que que empuja a una incesante insatisfacción. Porque si el eje cronológico es importante para el libro, el temático se revela como decisivo: la construcción de casas inmateriales, edificaciones artísticas donde retener una experiencia del tiempo más sustancial y más silencioso (aunque esté hecho de música), más humano.

El humanismo y su conjunto de problemas es la atmósfera donde se desenvuelven estas páginas, que por su vaivén de géneros, su amable crepuscularidad y su confianza en los poderes salvadores del arte lo hermanan con los libros de Sebald o de Magris (comparte con ellos un aire de distancia, de galería machadiana) que a estas alturas ya constituyen un género por sí mismo, que podemos leer sin mayores sorpresas ni alarmas.

 'La bóveda y las voces' se distingue por una audacia formal. Es un ensayo escrito en forma de diario, y la voz que a veces piensa y otras veces narra el libro no es fantasmal, neutra ni lejana, sino que es la voz del propio autor, situado en Elizondo (Navarra) y en el brete de pasar por una pandemia. Las entradas y salidas del presente hacia el pasado constituyen uno de los mayores atractivos de este libro, que parece existir en una simultaneidad de planos temporales. Y aunque no es el tema principal del ensayo pocos libros ofrecen una mirada tan madura y comprensiva a los meses de reclusión, tan similares y tan distintos a los refugios musicales que componía el maestro Desprez.

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