Crítica de cine
'Blonde': el mito Marilyn, desnudado
Los cinco vestidos más icónicos de Marilyn Monroe
'Blonde', la novela de Joyce Carol Oates, es muy buena. 'Blonde', la película de Andrew Dominik, es una muy inteligente adaptación
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Una novela tan desafiante como ‘Blonde’, escrita por Joyce Carol Oates en 2000, debía tener en su transcripción cinematográfica a un director tan peculiar como Andrew Dominik. Porque la novela es una ficción con algunos elementos reales antes que una biografía al uso sobre la famosa actriz estadounidense. Dominik ha respetado el trazo por el terreno más resbaladizo del trabajo de Oates, que presenta durante buena parte del relato a Marilyn Monroe / Norma Jeane como un personaje frágil, nervioso y atemorizado, bordeando esa imagen peyorativa de “rubia tonta” que los productores le otorgaron y con la que, por otro lado, y posiblemente a su pesar, triunfó en los 50. Dominik ha debido aligerar pasajes, eliminar personajes y sintetizar conflictos, pues pese a durar 166 minutos, la novela de Oates llega a las 900 páginas. Enfrentarse a Marilyn no es tarea fácil. ‘Blonde’, novela, es muy buena. ‘Blonde’, película, es una muy inteligente adaptación.
Dominik mezcla tonos, atmósferas, formatos –cuadrado, panorámico, scope–, color y blanco y negro, voz subjetiva y en tercera persona. Los primeros minutos, concernientes a la relación de la pequeña Norma Jeane con su desequilibrada madre, son un filme de terror, incómodo y perturbador, con una imaginería desquiciada que cuenta con momentos tan inquietantes como el de la lluvia de ceniza en la que se adentran madre e hija en coche durante un incendio en Los Ángeles.
Otro pasaje espléndido es el que concierne a la relación triangular entre Marilyn, Charles Chaplin Jr. y Edward G. Robinson Jr., hijos de célebres actores, amantes, los hombres de su vida según escribió Oates sobre Marilyn y filma Dominik en estilizados planos de deseo, fiesta y estima: uno de los pocos pasajes en las que Marilyn puede ser feliz formando con los dos amigos el trío que se autobautizó Los Dioscuros.
Ana de Armas sigue los pasos de otras actrices que han incorporado a Marilyn como Theresa Russell (‘Insignificance’), Michelle Williams (‘Mi semana con Marilyn’) y Ashley Judd y Mira Sorvino (desdobladas en ‘Norma Jean & Marilyn’). De Armas también asume riesgos, ya que dar vida a un mito no es tarea fácil, y sale triunfadora mucho más allá del parecido con Marilyn tras el minucioso trabajo de maquilladores y peluqueros. Expresa muy bien la fragilidad y hasta acepta el reto de dialogar de tú a tú con los verdaderos actores que dieron réplica a Marilyn en ‘Con faldas y a lo loco’ y otros filmes: Dominik incrusta digitalmente a De Armas en planos de las cintas originales, como si el pasado y el presente, la realidad y la representación, fueran una sola cosa.
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