Crítica de cine
‘Entre valles’: burgueses en el lodo
Radu Muntean sigue en la línea incisiva y perturbadora de siempre tras dirigir en 2010 uno de los mejores títulos del nuevo cine rumano
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Radu Muntean dirigió en 2010 ‘Martes, después de Navidad’, uno de los mejores títulos de ese nuevo cine rumano surgido hace casi dos décadas que se niega a desaparecer. ‘Entre valles’, su último filme, sigue en la línea incisiva y perturbadora de siempre. El tema es ahora el papel de los ciudadanos de clase media que se sienten realizados una vez al año viajando en sus flamantes todoterreno hasta zonas míseras para ofrecer ayuda humanitaria.
Tres de estos personajes, dos mujeres y un hombre, quedan parados con su vehículo en un camino enlodado en pleno bosque. La idea era ayudar a un anciano y llevarlo hasta el lugar al que se dirigía, pero ese lugar no existe y el anciano no está muy bien de la cabeza. Este personaje de naturaleza casi ‘passoliniana’ ejerce de contrapunto a las necesidades artificiales de unos burgueses que ejercen su ayuda humanitaria para sentirse bien consigo mismos, nada más.
El filme está magníficamente rodado, consiguiendo que todos los planos respiren pese al sentimiento general de opresión que transmiten, y no hay mejor frase en el relato que aquella en la que una campesina le pregunta a una cooperante si prefiere café molido o el café en polvo que va en la bolsa que regalan. La protagonista dice que por supuesto prefiere el café que le brinda la anciana mujer.
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