Crítica de cine
'Vaca': días de granja
Andrea Arnold comprime en hora y media la vida y muerte de un animal en una película que nos devuelve a la pureza del documental
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
Andrea Arnold, directora británica de ficciones agitadas como ‘Fish tank’, ‘American honey’ o su versión de ‘Cumbres borrascosas’, demuestra con ‘Vaca’ que puede renunciarse a toda tensión dramática con humanos y rodar, como si se tratara de una historia íntima y cercana, el día a día de una vaca en una granja.
Arnold, además, nos devuelve a la pureza del documental. No hay en su filme ni una sola entrevista, nada de escenas didácticas sobre cómo funciona una explotación ganadera. Las mujeres y hombres pasan a un completo segundo plano. Arnold, con la delicadeza de la documentalista que no se entromete en lo que filma, se centra en la vaca. Y así consigue un filme tan fascinante como intenso, lejos de la voz y de la presencia humana.
Vemos a la vaca dar a luz un ternero, comer, recuperarse para volver a ser ordeñada, cómo le limpian las pezuñas, la visita del veterinario, un nuevo apareamiento y su muerte. Vida y muerte de un animal en apenas hora y media.
Vemos también durante una parte del metraje al ternero hasta que es trasladado a otra granja. Resulta impresionante la capacidad para capturar en primeros planos –¡cuán paciente debe haber sido el rodaje de esta película!– las expresiones de unos animales que carecen de expresión. El filme fluye con una naturalidad que supera, incluso, a la de algunas ficciones humanas rastreadas por la directora en anteriores películas.
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