Concierto

Alizzz, de productor sagaz a ídolo pop en Razzmatazz

Cristian Quirante, cómplice de C. Tangana, se vino arriba en su estreno como solista en Barcelona con la asistencia no anunciada de Rigoberta Bandini y Amaia

Alizz

Alizz / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

Jordi Bianciotto

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cristian Quirante, Alizzz, no es un cantante de voz privilegiada ni una figura que, por ahora, desborde carisma en escena, pero dispone de un catálogo de golosinas pop con el que causó estragos en la joven audiencia que este jueves agotó el papel en Razzmatazz. Noche de estribillos esbeltos y soluciones ingeniosas, bajo un halo de cierta inocencia global (el propio Alizzz se confesó nervioso en el que, advirtió, era su debut en Barcelona, su ciudad), con el plus excitante de las dos invitadas no anunciadas, Rigoberta Bandini y Amaia.

Para presentar su primer álbum, 'Tiene que haber algo más', Alizzz apostó por una banda pop canónica con la que fue modulando el acento desde posiciones ‘indie’ clásicas (‘Salir’ conectó con el ‘Donosti sound’), vestigios pos-punk (‘Ya no vales’) y sustanciosos recesos introspectivos (‘Todo me sabe a poco’). Vocalización con trazos ‘urban’ y ganchos líricos voceados por un público entregado a la algarabía, más aún cuando Rigoberta apareció para secundar el bonito medio tiempo flotante de ‘Disimulao’ y dar la réplica en ‘Amanecer’.

La otra escena de alboroto vino con Amaia, de quien Alizzz ha producido su segundo álbum, y que se atrevió a suplir a Rosalía en ‘Antes de morirme’, el hito de C. Tangana (cofirmado por Quirante), camino de otro punto álgido, ‘El encuentro’. Pero Alizzz tiene todavía un repertorio corto, y una de sus 12 canciones fue ‘Lobo hombre en París’, de La Unión, que, tal vez, a algunos de los tiernos asistentes le sonó a una intrigante novedad.