Aniversario redoblado

The Blow Monkeys reclaman “un cambio de filosofía” a través de la música

El grupo británico, cuyo cantante, Dr. Robert, reside en el granadino Valle de Lecrín, protagoniza este lunes el 25º y 26º aniversario de Luz de Gas en un doble cartel con The Christians

El musico Dr Robert (Robert Howard) de la banda The Blow Monkeys antes de su concierto en Luz de Gas

El musico Dr Robert (Robert Howard) de la banda The Blow Monkeys antes de su concierto en Luz de Gas / Ferran Sendra

Jordi Bianciotto

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Treparon en las listas de éxitos de los 80 con ‘Digging your scene’ y ‘It doesn’t have to be this way’, pero no hay que ir tan lejos para hablar de The Blow Monkeys: el grupo británico derrocha actividad, con seis álbumes publicados en su segunda vida, a partir de 2008, y por si fuera poco tenemos a su líder, Dr. Robert, viviendo cerca de nosotros, en el granadino Valle de Lecrín. Desde ahí ha volado él para actuar con su banda este lunes en Luz de Gas en un doble concierto en el que tomarán también parte The Christians y con el que la sala festejará por fin su duplicado 25º y 26º aniversario.

Celebración oportuna en tiempos en que, “entre la pandemia y la guerra de Ucrania, campan el miedo y la depresión y necesitamos una nueva ilustración educativa”, reflexiona Robert Howard, que ve la música y el arte “como parte de un necesario cambio de filosofía”, dado que “el capitalismo no es un modo de vida sostenible”. No debe sorprender el fondo político de sus palabras: ya en los 80, más allá de su porte y su sonido refinados, The Blow Monkeys eran una tropa de izquierdistas comprometida con el colectivo Red Wedge, que combatió a Margaret Thatcher. “Había un choque entre la imagen que dábamos y nuestra actitud política”, medita Howard. “Pero por ser de izquierdas no tienes por qué ser Billy Bragg, a quien adoro; también puedes ser Oscar Wilde. Y está bien confundir a la gente a veces”.

El ejemplo de Paul Weller

Otra preconcepción que Dr. Robert tiene presente es la de The Blow Monkeys como banda de pop sofisticado. “Nuestros discos tenían una gran producción, muy de los 80”, razona. “Pero en directo éramos más ‘punkie’ de lo que la gente esperaba, y reflejábamos una mezcla de muchas cosas”. Nacido en Escocia, él pasó la adolescencia en Australia, descubriendo a bandas como The Saints y The Go-Betweens, y cuando regresó al Reino Unido, en 1981, para asentarse en Londres, se topó con la new wave y con la escudería escocesa de Postcard Records (Orange Juice, Aztec Camera). “Al principio, con el grupo estábamos aprendiendo y no encajábamos en ninguna escena”, recuerda, aludiendo a su amplio mosaico de influencias, que iba de la música melódica y negra de los 60, interceptada a través de sus dos hermanas mayores, “al Northern soul, T. Rex y el blues”.

Un alto referente ha sido siempre Paul Weller, músico con el que colaboró como bajista cuando este se lanzó en solitario, a principios de los 90, y que ve como ejemplo de asunción de riesgos, “dado que el público de The Jam era muy conservador, y él estaba tan influido por The Modern Jazz Quartet como por The Small Faces”. Precisamente, el problema de The Blow Monkeys en los viejos tiempos fue “la presión” para seguir facturando hitos pop-soul. “Cuando yo no quería dejarme atrapar por eso y limitarme a repetir esquemas”, explica Dr. Robert, que recuerda sus visitas a Barcelona en esos años, incluyendo la multitudinaria actuación en la Recta de l’Estadi, en las fiestas de la Mercè de 1987.

Volver a empezar

El grupo se separó en 1990 porque, después de casi una década, varios ingredientes de la ecuación habían cambiado. “Habíamos formado familias, yo dejé Londres, y aunque nos iba bien, se apreciaba un cambio con la llegada de bandas como The Stone Roses y Happy Mondays”, recuerda. “Llegaba una nueva generación, y a mí me apetecía explorar el house y la música de baile. Necesitaba educarme musicalmente para comenzar otra vez”.

Hace dos décadas, Dr. Robert se trasladó al Valle de Lecrín, donde dispone del tiempo y la serenidad para desarrollar su música. “Ya no tomo alcohol ni drogas, toco cada día y mientras haya un público, no importa lo grande que sea, lo disfruto”, explica. Aunque el resto de la banda reside en el Reino Unido, el vínculo es “familiar”, asegura. La formación es casi la original: Mick Anker al bajo, Neville Henry al saxo y el único fichaje moderno, Crispin Taylor, a la batería, supliendo a Tony Kiley. “Ellos confían en mí, y tenemos una relación muy especial”, subraya. “Todos conservamos las mismas parejas desde hace mucho. Yo mismo, desde hace 35 años”, añade en alusión a su también mánager Michele. “Eso nos dice algo de nuestra personalidad y del sentimiento de lealtad. Ahí estamos todos, embarcados en el mismo viaje”.

Lejos del museo

De ahí sale su álgido último álbum, ‘Journey to you’ (2021), donde The Blow Monkeys han buscado “recuperar las esencias” dejándose inspirar por el espíritu del clásico ‘Forever changes’ (1967), de Love, y “su mezcla de guitarras acústicas y grandes arreglos de metal”. Todo ello, con plena conciencia de que “nunca sabes cuándo llegarán el último disco y el último concierto” y que se trata de “vivir el momento”. Ni ‘revival’ de los 80, ni festival nostálgico: el grupo combina en sus conciertos los viejos hitos con el material moderno, anuncia Dr. Robert. “No soy una pieza de museo”.

Y aunque sospecha que “es demasiado tarde para conseguir un trabajo de verdad”, bromea, se deleita con su vida campestre, en una finca “no muy grande” en la que cultiva olivos y produce aceite. “No mucho, para los amigos, unos doscientos litros en un proceso orgánico”, señala Robert Howard, se diría que abducido irremediablemente por los vientos del sur. “A veces nos invitan al cortijo de algún amigo, comemos y luego se baila, y me piden que toque un blues o algo de Chuck Berry, y alguien toca flamenco”, explica encantado y fascinado. “En Andalucía se conservan tradiciones en la que se respira un aire norteafricano. Es algo muy fuerte, y me gusta”.