A los 82 años

Muere Peter Bogdanovich, el director rebelde que miró atrás sin ira

Fallece a los 82 años el director de ‘La última película’ y ‘¿Qué me pasa, doctor?’, memoria viva del cine clásico norteamericano

Peter

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Quim Casas

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Los historiadores y críticos no han sido justos con Peter Bogdanovich. Porque sin tener el empuje de Francis Coppola y George Lucas, ni un estilo tan propio como los de Brian De Palma, Michael Cimino y Martin Scorsese, ni la rebeldía de Hal Ashby o John Milius, ni cosechar los éxitos comerciales de un Steven Spielberg, Bogdanovich fue tan pilar como estos de la generación de cineastas que, a finales de los 60, empezó a cambiar las reglas de Hollywood desde dentro de la propia industria.

Fallecido este jueves a los 82 años, por causas naturales, Bogdanovich siempre será el director de uno de los mejores filmes norteamericanos de todos los tiempos, ‘La última película’ (1971), bella y elegiaca crónica del fin de la inocencia para un grupo de jóvenes en una localidad rural, en la que se mezcla el despertar sexual con la guerra de Corea, y que es también el certificado del fin de una era cinematográfica, representada por la única sala de cine de la localidad, que está a punto de cerrar.

Porque Bogdanovich nunca disimuló su manifiesta cinefilia, la que le llevó a reconstruir escenas enteras de sus películas más queridas o a diseñar relatos que eran entre remedos y homenajes de los de sus directores preferidos. ‘¿Qué me pasa, doctor?’ (1972) es como un reflejo especular de ‘La fiera de mi niña’ (1938), la comedia de las comedias, mientras que ‘Luna de papel’ (1973) mostraba la era de la Gran Depresión como si fuera ‘Los viajes de Sullivan’ (1940) y otras ‘screwball comedy’ de aquel periodo. Bogdanovich era un poco como François Truffaut. Ambos pensaban que el cine era más grande que la vida y asumían que todo estaba inventado. En ‘Nickelodeon’ (1976), ambientada en los tiempos del cine mudo, el protagonista, encarnado por su actor favorito, Ryan O’Neal, llegaba a decir tras salir de la proyección de ‘El nacimiento de una nación’ que era imposible hacer algo mejor.

Bogdanovich se formó de dos maneras. Una, teórica, fue la de crítico de cine. Empezó a publicar en la revista creada por Jonas Mekas en los años 50, ‘Film Culture’. Escribió en ‘Esquire’ y otras publicaciones, organizó ciclos en el MOMA neoyorquino y cultivó maravillosamente bien el arte de la entrevista. Fruto de ello son sus libros de conversaciones ‘John Ford’, ‘Fritz Lang en América’, ‘Ciudadano Welles’ y los dos volúmenes de ‘El director es la estrella’. El estudio del cine clásico de Hollywood no sería hoy lo mismo sin estos trabajos.

La otra manera de formarse fue mucho más práctica, cuando entró de chico para todo en la compañía de serie B de Roger Corman. Fue la escuela de varias generaciones -Coppola, Monte Hellman, John Sayles, Joe Dante y Jonathan Demme también pasaron esa experiencia-. Corman los explotaba a conciencia, pero como en un filme hacían de ayudante de dirección, en otro de asistente de montaje y en otro de director de diálogos, acababan la experiencia sabiendo mucho más de cuestiones prácticas que las enseñanzas que podían recibir en las escuelas de cine.

Además, Corman le produjo su primer largometraje, ‘Un héroe anda suelto’ (1968), a condición de que utilizará a Boris Karloff, a quien le quedaban aún un par de semanas del contrato que había firmado con Corman. El resultado es una fascinante película desdoblada, una que atañe a un psicópata que dispara contra los viandantes y otra que gira alrededor de una vieja estrella del cine, con clímax final en un autocie.

Pese a realizar filmes de apariencia ligera (‘Todos rieron’, ‘¡Qué ruina de función!’, ‘Esa cosa llamada amor’, ‘Lío en Broadway’), con notables excepciones (‘Saint Jack, el rey de Singapur’), la trayectoria personal de Bogdanovich estuvo marcada por una tragedia: en 1981 inició una relación con la joven actriz y ‘explaymate’ Dorothy Stratten, que sería asesinada por su marido cuando descubrió que iba a dejarlo por Bogdanovich. Siete años después, el director se casó con su hermana pequeña, Louise Stratten.

Memoria viva del cine clásico, estuvo detrás de la reciente recuperación del filme de Orson Welles ‘Al otro lado del viento’. Hizo elegantes e irónicas apariciones como actor en ‘Los Soprano’ o cameos en ‘The good wife’. Su último trabajo fue el documental sobre Buster Keaton ‘El gran Buster’. 

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