Crítica de cine
Crítica de 'La hija': los afectos extraños
Manuel Martín Cuenca genera en 'La hija' una considerable tensión, pero prefiere en todo momento una cierta distancia emocional y afectiva en relación con sus personajes
![Javier Gutiérrez y Patricia López Arnaiz, en 'La hija'](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/fb8c3dc4-0eea-490b-9559-eceeeb9feeb7_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.png)
Javier Gutiérrez y Patricia López Arnaiz, en 'La hija' / Caramel Films
![Quim Casas](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/74ea7dd1-c4d0-4b33-bf06-cbb516da5662_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
![Quim Casas](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/74ea7dd1-c4d0-4b33-bf06-cbb516da5662_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
‘La hija’, más que otras películas de su director, Manuel Martín Cuenca, parece debatirse demasiado entre ser un filme de autor o uno de género. Lo más sorprendente es que va deliberadamente a la contra de algunas expectativas que crea, es decir, genera una considerable tensión, pero prefiere en todo momento una cierta distancia emocional y afectiva en relación con sus personajes, una visión digamos que ‘chabroliana’, casi de entomólogo, sobre los actos de estos.
Juega bien las bazas de un espacio casi inalterable, una gran casa situada en un emplazamiento alejado de la sierra –un lugar tan bello como inquietante– y un reducido grupo de personajes: la pareja que no puede tener hijos y la adolescente embarazada, procedente de un centro para menores donde trabaja él, a la que invitan a vivir en su casa a condición de que después les de el bebé. No queda muy claro porque no adoptan directamente y hay alguna figura secundaria, como el policía con cáncer, que no lleva a ningún lado. Pero esa visión distanciada procura atractiva extrañeza. La realización de Martín Cuenca es elegante y austera, lo que beneficia el juego de poder entre los personajes, e incluye en el tramo final algunas aplaudidas salidas de tono, así como la idea de filmar los espacios vacíos de la casa antes habitados.
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