Muere a los 80 años el tenor italiano Giuseppe Giacomini
El cantante participó en la ‘Turandot’ que se interpretó en 1994 en el Palau Sant Jordi ante 15.000 personas semanas después del incendio del Liceu
Pablo Meléndez-Haddad
Tenía una voz excepcional, impresionante por belleza, proyección y potencia. Nacido en Padua (Italia) en 1940, Giuseppe Giacomini habría cumplido 81 años el próximo 7 de septiembre. Debutó en el Gran Teatre del Liceu en 1974 como Rodolfo de ‘La Bohème’ de Puccini y su última actuación en la temporada del coliseo barcelonés fue como Calaf en la histórica ‘Turandot’, también de Puccini, ofrecida en el Palau Sant Jordi en marzo de 1994 junto a Eva Marton, Verónica Villarroel y Stefano Palatchi. La obra, que reunió a 15.000 personas en Montjuïc, se tenía que ofrecer en el teatro de La Rambla, pero lo impidió el incendio del 31 de enero de ese mismo año.
Delicado de salud desde hacía tiempo, Giacomini estaba retirado de los escenarios desde comienzos de siglo, después de una larga carrera que comenzó en 1966 interpretando a Pinkerton de ‘Madama Butterfly’ en el teatro de la localidad italiana de Vercelli y que pronto le llevaría a triunfar en ciudades como Milán, Roma, Nápoles, Parma, Turín, Berlín, Múnich, Viena, Zúrich, París, Bruselas, Londres, Oslo, Budapest, Nueva York, Houston, Buenos Aires, Moscú o Seúl.
Su talento increíble le llevó a codearse con las más grandes estrellas de la lírica y a actuar en festivales como el de la Arena de Verona, del que fue uno de sus tenores favoritos entre 1977 y 1999 y donde interpretó óperas como ‘Il Trovatore’, ‘Tosca’, Aida’, ‘Pagliacci’, ‘La forza del destino’ u ‘Otello’. La directora del certamen, la soprano Cecilia Gasdia, afirmó al anunciar la noticia de su muerte que "fue una de las voces más extraordinarias" de las que ha escuchado en directo "y también fue extraordinario como persona".
Premios y distinciones
Su voz fue evolucionando desde la de un tenor lírico puro, incursionando en el ‘bel canto’ romántico belliniano y donizettiano para decantarse por papeles más pesados de Verdi, Puccini y del ‘verismo’, siempre dentro del repertorio italiano. También participó en diversos estrenos de obras contemporáneas. En el Liceu de Barcelona, además de ‘La Bohème’ y ‘Turandot’, también interpretó ‘La forza del destino’ y ‘Pagliacci’, esta última en dos temporadas diferentes.
En España también sedujo a los aficionados bilbaínos en ‘Norma’ (1984) e ‘Il Trovatore’ (1985), uno de sus títulos más representativos -su Manrico era inolvidable- en una trayectoria por la que obtuvo diversos galardones y distinciones, desde el premio Zenatello (Italia) hasta ser nombrado por la Ópera de Viena como Kammersänger, la máxima distinción ofrecida por el coliseo de la capital austriaca.
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