La gramola etílica

Música y alcohol: 20 canciones de alta graduación

De la euforia al infierno, una selección de tonadas sobre el consumo de bebidas espirituosas y sus consecuencias

Tom Waits

Tom Waits / Archivo

Rafael Tapounet

Rafael Tapounet

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si el amor ha sido la chispa que durante más de un siglo ha puesto en funcionamiento el motor de la música popular, bien podría decirse que el alcohol ha sido el combustible que la ha mantenido en marcha. Son tantas las canciones de todos los géneros que abordan de una manera o de otra el asunto del consumo de bebidas espirituosas que resulta imposible hacer una lista de títulos, por larga que sea, sin cometer omisiones imperdonables. Esto que viene a continuación es una pequeñísima muestra de títulos sobre beber que, a nuestro juicio, atesoran algún mérito. Son 20, pero podrían ser 2.000 y seguirían faltando joyas ineludibles. Disfrútenlas con mesura como banda sonora paralela de 'Otra ronda', la nueva película de Thomas Vinterberg.

Bebiendo por diversión

‘Tequila’. The Champs

La letra de este clásico imperecedero compuesto por el chicano Danny Flores (que también se encarga de soplar el lúbrico saxo tenor que preside la canción) se reduce a la palabra “tequila” repetida tres veces. No hace falta más para contagiar unas ganas irrefrenables de ponerse a bailar mambo con un salero en una mano y una rodaja de limón en la otra.

‘Vamos muy bien’. Obús

“Calimocho, whisky, birra, pippermint…”. Fortu y sus muchachos no le hacían ascos a nada en este vívido e hiperrealista retrato de la ebriedad entre colegas que a mediados de los 80 trascendió el circuito jevi para devenir todo un himno generacional al que Siniestro Total rindió honores años después con una versión altamente respetuosa.

‘Brass Monkey’. Beastie Boys

El título alude a una mezcla enlatada de zumo de naranja, ron y vodka. Suena como una mala idea, pero las ventas del brebaje se dispararon después de que el trío neoyorquino incluyera en su primer elepé esta canción construida sobre un ‘sample’ de ‘Bring it here’, de Wild Sugar, que defiende las bondades del Brass Monkey por encima del Moet y el Chivas.

‘Cigarettes and alcohol’. Oasis

Si, tal como sostiene Noel Gallagher, ‘Definitely Maybe’ es un álbum concepto en torno a la idea de largarse de Manchester con una pinta de ‘lager’ en la mano, esta oda al bebercio como alternativa válida al aburrimiento y la falta de expectativas de la juventud de clase trabajadora, con su ‘riff’ saqueado al ‘Get it on’ de T. Rex, bien puede postularse como su pieza central.

‘Cheers (drink to that)’. Rihanna

La diva barbadense entra en un bar e invita a chupitos a todos los presentes en una desacomplejada celebración del alcohol como lubricante social que incluye un poco de ‘product placement’ (el whisky Jameson, las gafas Ray Ban) y en cuyos créditos de composición aparecen hasta una decena de autores diferentes. Al parecer, la tarjeta de Rihanna tiene un crédito inagotable.

Bebiendo para olvidar

‘There’s a tear in my beer’. Hank Williams

Si hay un género musical edificado sobre la bebida y los corazones destrozados, es el country. En su corta y legendaria existencia, Hank Williams se mantuvo siempre fiel a esa temática, que sublimó en un montón de canciones devastadoras, reflejo de una vida llena de excesos. “Voy a beber hasta quedar petrificado”, canta aquí. Dos años después murió en el interior de un Cadillac, rodeado de latas vacías de cerveza.

 ‘One bourbon, one scotch, one beer’. John Lee Hooker

Un pobre diablo apura la hora de cierre de un bar trasegando todo el alcohol que puede para olvidar que su novia le ha dejado. En el original de Amos Milburn, el parroquiano pedía el escocés antes que el bourbon, pero John Lee Hooker, que debía de ser un tipo muy escrupuloso con el orden en que tomaba sus whiskies, lo cambió. Existe también una versión memorable de George Thorogood & The Destroyers.

‘Lilac Wine’. Nina Simone

El consumo de vino de lilas (y la intoxicación subsiguiente) se convierte en el único consuelo al alcance de una mujer abandonada por su amante en esta hermosa canción escrita para un olvidado musical que ha conocido numerosas versiones (de Eartha Kitt a Miley Cyrus y de Elkie Brooks a Jeff Buckley) y que alcanzó el estatus de clásico en la irrepetible voz de Nina Simone.

‘Borracho’. Los Brincos

Un clásico del beat ibérico. El protagonista empina el codo con el propósito confeso de olvidar a una antigua novia por la vía de la embriaguez, pero lo único que consigue es verla doble. Para mayor oprobio, hacia el final Juan Pardo hace el numerito del beodo que asegura estar solo “un poquito alegre”. No es extraño que la relación posterior del grupo con el alcohol se limitara a ‘Un sorbito de champagne’.

‘Drinking about my baby’. The Damned

El cuarteto londinense, un grupo cuyos componentes se jactaban de eludir las resacas con un estado de borrachera permanente, volvió al formato de canción punk de dos acordes en este pelotazo de 1980 en el que el narrador se enfrenta al final de una relación idílica de la única manera que conoce: sentado en un taburete frente a la barra y pidiendo una tras otra.

Bebiendo porque sí

‘Moonshiner’. Bob Dylan

“El mundo es una botella / y la vida no es más que un drama. / Cuando la botella se vacía / ya nada vale la pena”. Dylan grabó en 1963 la versión definitiva de esta canción tradicional irlandesa sobre un alcohólico que lleva 17 años casado con la priva y consiguió aportar un aire de melancólica dignidad a un sujeto que asegura haber gastado todo su dinero en cervezas y whisky. No es poco mérito.

‘The piano has been drinking (not me)’. Tom Waits

Nadie ha reproducido en una canción la jeremiada de un borracho pelmazo con el ingenio y la fidelidad de Tom Waits. De hecho, resulta difícil de creer que estuviera sobrio en el momento de grabarla, con ese piano tambaleante y esa voz que alguien ha comparado con un triturador de basuras. Las risas del público en las interpretaciones en directo aumentan el escalofriante patetismo del número. 

‘Here comes a regular’. The Replacements

Paul Westerberg tenía solo 25 años cuando escribió esta conmovedora balada que condensa, con crudo realismo y altura poética (“una persona puede trabajarse una sed considerable / después de un día duro de no hacer nada”), los sentimientos de un individuo de mediana edad condenado a evocar sus días de juventud varado en el bar de siempre. La cara sombría de la serie ‘Cheers’.

‘Happy hour’. The Housemartins

No se dejen engañar por la gloriosa melodía, los irresistibles coros o el hilarante videoclip. Lo que sale de la fabulosa garganta de Paul Heaton es, en realidad, una amarga diatriba contra la futilidad de la ‘hora feliz’ de los pubs británicos. Las bebidas con el jefe a la salida del trabajo, ese ritual cargado de hipocresía y sexismo en el que “las carteras se abren y las mentes se cierran”.

‘Whiskey girl’. Gillian Welch

En su camino hacia un inframundo que solo ofrece recompensas temporales, los hombres de ninguna parte y las chicas aficionadas al whisky se cruzan en los desolados versos de una canción de serena belleza y eco duradero que se ofrece como el acompañamiento sonoro ideal para noches de insomnio y tragos en solitario.

El demonio del alcohol

‘The bottle’. Gil Scott-Heron & Brian Jackson

En los primeros versos de esta sublime pieza de soul-funk, un chaval tiene que ver cómo su padre empeña el anillo de boda de la madre para pagarse el bebercio. Y a esta le siguen otras dos historias, a cual más tremenda, sobre los estragos del alcohol. Toda una lección que corre el riesgo de pasar inadvertida entre el exquisito fraseo de Scott-Heron, la humeante flauta de Jackson y el infeccioso ritmo caribeño de la canción.

‘Alcohol’. The Kinks

¡Ah, Ray Davies y sus deliciosas contradicciones! En la portada del elepé ‘Muswell Hillbillies’, los componentes de los Kinks beben civilizadamente acodados en la barra de un pub local. En el interior, esta historia de un ejecutivo con problemas familiares embarcado en una espiral alcohólica nos advierte de que la disipación es un camino al infierno. “¿Quién iba a pensar que me convertiría en esclavo del demonio alcohol?”.

‘The bottle or me’. Dee Dee Sharp

A diferencia de lo que ocurría en la canción de los Kinks, aquí no se mencionan abusos ni violencia doméstica, pero Dee Dee Sharp tiene claro que la afición de su hombre a remojar el gaznate ha cruzado un límite y le plantea un ultimátum: o la botella o yo. Y para hacerle reaccionar, no duda en darle ahí donde más duele: cuando está borracho, le dice, no puede hacer el amor. 

‘Too drunk to fuck’. Dead Kennedys

Jello Biafra es dolorosamente consciente de que la ingesta de alcohol tiene ese indeseado efecto en los mecanismos de la erección que señala Dee Dee Sharp. Y vuelca su humillante experiencia en un trallazo de surf-punk cuya muy explícita letra suscitó una oleada de prohibiciones y censuras que el grupo ya debió de intuir cuando decidió rematar la grabación con el sonido de una arcada.

‘I won’t ever go drinking again’. Squeeze

Ninguna lista de canciones sobre beber está completa sin una canción sobre la resaca. Esta composición de Chris Difford y Glenn Tilbrook captura con admirable precisión la agonía que supone despertar tras una larga noche de gaudeaumus. “Juro que no volveré a beber nunca más con esta peña”, canta Difford. Y durante cinco minutos hasta nos lo creemos.

Suscríbete para seguir leyendo