Mirar y dejarse mirar: Temporada Alta rehace su escaparate
El festival de Girona y Salt planteó un fin de semana cargado de estrenos a pesar de las restricciones de movilidad
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Imagen promocional de ‘Se respira en el jardín como en un bosque' / El Periódico
![Manuel Pérez i Muñoz](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/60912500-c6d7-44fe-8914-bccd60502c8e_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
![Manuel Pérez i Muñoz](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/60912500-c6d7-44fe-8914-bccd60502c8e_source-aspect-ratio_default_0.jpg)
Manuel Pérez i Muñoz
Periodista.
“Un hombre camina por un espacio vacío mientras otro le observa, y esto es todo lo que se necesita para realizar un acto teatral”. Así comenzaba el referencial ensayo de Peter Brook ‘El espacio vacío’, una búsqueda de la esencia escénica que parece haber seducido a El Conde de Torrefiel, compañía inquieta y últimamente bien exportada. Durante el fin de semana presentaron en el festival Temporada Alta de Girona ‘Se respira en el jardín como en un bosque’, una pieza para un único espectador que debía adoptar primero el papel de intérprete y más tarde el de público.
Como en sus dos últimos espectáculos ‘La plaza’ y ‘Kultur’, la obra utiliza auriculares a través de los cuales los participantes reciben las sencillas instrucciones para convertirse en ‘performers’. Cada uno acaba resolviendo como bien le permite su miedo escénico, y las diferentes interpretaciones de las órdenes que trasmite la locución son parte del juego. Pero lo importante llega después, cuando la pieza cobra sentido observando a otros actuar. La mirada procesada a través de la imaginación quiere completar el proceso, dar un sentido al ritual y a sus acciones. Después de tantos meses de cierre forzoso, la presencia en un teatro, aunque sea a tan esquemática, adquiere un recobrado valor. La compañía de Tanya Beyeler y Pablo Gisbert crea un dispositivo que actúa de robusto esqueleto, altamente sugestivo por su sencillez. Aunque sin la densidad de discurso de otras ocasiones, el rigor y la coherencia artística consiguen también esta vez la sorpresa y la efervescencia.
Voyeurs en la sala
Después de recolocar las fechas y con el flujo de espectadores limitado por el cierre perimetral, Temporada Alta ha salvado un fin de semana con un buen número de estrenos importantes. En Salt, el controvertido cineasta Albert Serra presentó ‘Personalien’, una instalación destinada a provocar la mirada morbosa del espectador. Un sistema de doble pantalla proyecta las imágenes de una orgía libertina del XVIII, en parte un ‘spin-off’ del film ‘Liberté’ estrenado el año pasado. ‘Cruising’ en un bosque, escenas un punto grotescas que se aprovechan del ojo inquieto del espectador, obligado a ejercer de voyeur entre las sombras. 45 inquietantes minutos en los que el argumento no es otra cosa que la contemplación.
Mario Gas, Gabriel Calderón, Susana Barranco o la compañía Les Impuxibles también actuaron hasta el pasado domingo sin la habitual afluencia de público de los tiempos prepandémicos. El escaparate de propuestas se alargará hasta el martes festivo con obras de David Selvas, Sol Picó y La Maquiné.
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