El libro de la semana
Crítica de 'Las voladoras': la Reina de Corazones
Un libro de relatos de terror de la excelente Mónica Ojeda marcado por la curiosidad por las mutilaciones
Ricardo Baixeras
Crítico literario
Doctor en Humanidades (Teoría de la Literatura y Literatura Comparada). Autor de 'Tres tristes tigres y la poética de Guillermo Cabrera Infante' (Universidad de Valladolid)
Ricardo Baixeras
“¡Que le corten la cabeza!”. De ese momento estelar de la literatura de Lewis Carroll cuando la Reina de Corazones se dirige a sus secuaces para que decapiten a Alicia parece brotar una de las vetas con las que Mónica Ojeda (Guayaquil, Ecuador, 1988) construye un mundo de ficción pergeñado por esa “curiosidad infinita por las mutilaciones”: el terror del mandato oculta un mundo de ensueño que cobra vida a través del espejo de la ficción en el que las palabras caen hacia todos los sentidos posibles e imposibles en una suerte de grado cero del lenguaje que le permite a Ojeda escribir prosa como si fuera poesía y poesía como si fuera narrativa. Coincide este libro de relatos con 'Historia de la leche' (Candaya) un poemario portentosoque recrea la sangrante y violenta historia bíblica de Caín y Abel en clave femenina. El verso emblemático de ‘Estudio inicial de la sangre’ -“Solo construimos nuestra sangre/ cuando la limpiamos/ de familia”- explica la raíz de la que nacen estos cuentos que aúnan también familias (femeninas) sangrantes. Y una sensación muy real de que algo va a suceder. Y una estética que amalgama la calidad de unas voces muy antiguas –“Había sonidos que revelaban sucesos anteriores al lenguaje”- con la fruición por relatar historias contemporáneas.
Como en ‘Las voladoras’ donde aparecen mujeres con un solo ojo, “como los cíclopes” y que se afincan en la casa de la narradora y en sus sueños y es ahí donde tienen “un paisaje y una tumba… montañas y un muerto al que llorar”. Un extraño misterio se cuela por los entresijos de las ventanas: esos seres son el soplo poderoso que proviene de los bosques. En un halo de misterio continuo Ojeda recrea en este libro la presencia que viene a ocupar los espacios íntimosdes de la noche de los tiempos. Y es una constante la búsqueda atávica por describir “el tamaño real de un grito” o de un temblor que debería bastar para levantar acta notarial de un mundo que se quiere cercenado, amputado, sangrante, mordido, desdentado y sordo. 'Sangre coagulada' es un cuento violentamente bestial que describe todos los matices del rojo mortal, mujer de rojo sobre fondo rojo, “rojo caracha, rojo terreno, rojo aguja, rojo raspón… Rojo pelo de árbol. Rojo cabeza de montaña”. Un cuento para decir hasta qué punto la sangre menstrual de mujer limpia las heridas y se convierte en la única heredad posible: “De nuestros vientres sale la muerte porque lo que heredamos es la sangre". ‘Slasher’ relata cómo hay que cortarle la lengua a la hermana gemela, pero es además una “investigación de lo primigenio. Un estudio del grito". Con los monólogos cruzados de Viviana, Karina, Nicole y Ana en ‘Soroche’ Ojeda esboza los contornos embriagadores de una belleza decadente, deforme y monstruosa que va dibujando el vuelo fallido en las alturas que deviene mortal.
En su conjunto 'Las voladoras' resulta un libro de una contundencia asombrosa, conformado por una estética unitaria en unos relatos que respiran un mismo aire lingüístico. El presente de esta escritora se dirige hacia un futuro feroz.
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