QUÉ HACER HOY EN BARCELONA

Un viaje por el tiempo para sentirse en la Edad Media

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Eduardo de Vicente

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El viaje en el tiempo es uno de los sueños por cumplir del ser humano. ¿Quién no desearía transportarse a una época pasada o futura para comprobar cómo era o será el mundo? La ficción está repleta de ejemplos tanto en el cine (Regreso al futuro, Los pasajeros del tiempo o La máquina del tiempo) como en la televisión (Doctor Who, El ministerio del tiempo, Outlander…) o en las novelas de Isaac Asimov, Stephen King o H. G. Wells. Ahora podemos hacer realidad esa vieja aspiración y trasladarnos durante unas horas a la Edad Media en la Cena Medieval (excepto las cuatro últimas semanas del mes de agosto) la empresa Sternalia, especialista en cenas temáticas con estrellas, enigmas, ópera, etcétera.

La cita tiene lugar a las 19.30 horas en el escondido Palau Requesens, el palacio medieval más antiguo que se conserva en la ciudad y que data de 1292, época en la que era un enorme edificio que representaba el 15 por ciento del total de la Barcelona del siglo XIII. Tenemos un margen de una media hora para llegar ya que las actividades no empiezan hasta las 20 horas. Durante ese tiempo nos ofrecen, a modo de bienvenida, una copa de cava (agua o zumo para los niños, que se lo pasan pipa con la animación y los espectáculos), podemos admirar el patio y conocer a los primeros personajes: un caballero, un divertido jorobado con una escoba y una dama que nos invita a bailar con ella.

Primeros pasos por el Palau

Los guías (Héctor, David y Marc) son jóvenes, pero conocen todos los secretos del edificio y sus estancias y nos llevarán por diversos rincones explicándonos todo tipo de curiosidades. Previamente nos dividen en grupos para que cada uno escoja el idioma deseado (castellano o catalán). Nos cuentan que fue construido a partir de la muralla romana del siglo III y que era el palacio residencial de la familia Requesens, pero que también tenía sus torres de vigilancia y una única puerta de entrada muy pequeña por motivos de seguridad. Los sirvientes vivían en los pisos más altos, ya que así los señores se ahorraban tener que subir escaleras.

Nosotros, para empezar la visita, nos sentimos del servicio porque tendremos que ir a pie hasta lo alto de la torre superior. Mejor tomar aire, que hay unos cuantos peldaños. Lo mejor es que, a partir de ahora, solo tendremos que bajar. Desde allí se contempla una espectacular vista panorámica en 360 grados de Barcelona. Se pueden vislumbrar las huellas del pasado y nos hacen fijarnos en los restos de la muralla que aún siguen en pie, la catedral o la iglesia paleocristina de Sant Just i Pastor. Nos ilustran sobre las curiosidades de la época y luego descendemos hasta la estancia donde se esconde un tesoro inesperado, el archivo con todos los volúmenes del Diari de Barcelona creado en 1896 y donde se guardan estos periódicos del siglo XIX y el siglo XX.

Un cuadro obra del pintor Rafael

Nuestro siguiente destino es la actual sala de asambleas de la Reial Acadèmia de les Bones Lletres, una institución que nació en el siglo XVIII y que tiene su sede en el Palau Requesens desde principios del siglo XX. Allí se reúnen sus 40 académicos, en su mayoría filólogos y filósofos. La habitación está rodeada por cuadros de catalanes ilustres como Ramon Muntaner, Elisenda de Montcada, Pitarra, Ramon Berenguer o Narcís Monturiol. Justo al lado se encuentra el despacho del director presidido por un cuadro de Isabel de Requesens, una mujer avanzada a su tiempo que llevaba las cuentas de la familia y que fue una gran personalidad de la época. La sorpresa nos la llevamos cuando nos explican que el autor del retrato fue ni más ni menos que Rafael, el célebre pintor renacentista. También visitamos el balcón que se encuentra más allá desde el que se puede ver la Via Laietana.

La visita prosigue en el auditorio o sala de actos, con más retratos de catalanes ilustres y donde visionamos un vídeo de unos cinco minutos sobre la historia del edificio e Isabel de Requesens. Para acabar nos muestran un pequeño patio de recreo interior. Era gente muy reservada que prefería celebrar sus propias fiestas en casa con trovadores, poetas y músicos. Allí hay restos de frescos deteriorados del siglo IX que formaban parte de un antiguo domus romano y, en este espacio, confluyen diversos estilos arquitectónicos. Está presidido por una histórica fuente que es uno de los tres únicos lugares donde se ha celebrado ininterrumpidamente durante más de 250 años la tradición de l’ou com balla, un juego que se ha convertido en liturgia.

Una pelea con espadas antes de cenar

Antes de la cena, la dama nos presenta un breve combate a espada entre dos caballeros. Se trata del catalán Arnau de Requesens y el normando Rhegart, que nunca ha sido vencido. ¿Será esta su primera derrota? Nosotros, unánimemente y sin que nadie nos influya, estamos del lado de Arnau y abucheamos al francés cada vez que vence alguna pequeña lucha. Tras este espectáculo nos dirigimos al Saló del Tinellet, rebautizado así en el siglo XX por su similitud con el edificio de la plaza del Rei, aunque en su origen eran las caballerizas. En su interior puede verse una piedra iluminada con la inscripción en hebreo “Para el señor de la casa”, ya que las piedras para construir el Palau fueron extraídas del cementerio judío de Montjuïc.

Allí, los comensales pueden escoger entre varios menús (previamente escogidos en la reserva) con precios que oscilan entre los 73 y los 119 euros. También hay opciones para vegetarianos y los que sufren alguna intolerancia así como un menú infantil. Todos ellos incluyen un aperitivo con fruta fresca cortada y un vaso de piment, un vino especiado con un sabor dulce. De fondo suena música medieval y, antes de los postres, veremos una danza árabe a cargo de una joven con sus imprescindibles velos.

Un deslumbrante espectáculo de fuego

Una vez que finalizamos el banquete aún nos queda una última sorpresa, la más original. Nos sentamos en la escalinata del patio o subimos al balcón superior para presenciar un colorista espectáculo donde el protagonista es el fuego acompañado por una música épica. Los tres jóvenes que antes hicieron de actores, caballeros o bailarina, de la compañía Aestus, juegan con el fuego ante el asombro del público.

Los veremos en un duelo de espadas flamígero, con un tridente en la cabeza o un aparato metálico con cinco llamas, con unos bastones ardiendo, dando vueltas a unos fuegos rojos y verdes creando circunferencias y efectos ópticos, con una gran bola de fuego que sería la envidia de Jerry Lee Lewis o un látigo que le encantaría a Indiana Jones. Para acabar, un festival de chispas deslumbrante de una elegante estética que provoca la admiración. El equipo nos espera a la salida para desearnos buenas noches y nos vamos con la sensación de haber viajado en el tiempo durante unas horas y habernos olvidado de nuestros problemas diarios para convertirnos en testigos de la historia.