QUÉ HACER HOY EN BARCELONA

El Mago Pop nos hace creer que 'Nada es imposible'

img-7413

img-7413 / periodico

Eduardo de Vicente

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando vemos un espectáculo de magia, inconscientemente, intentamos casi siempre averiguar dónde está el truco. Pero hay ilusionistas ante los que esta pregunta no se contempla, ya que cuando llevas un rato descubres que lo mejor es olvidarte de buscar la lógica y disfrutar de las increíbles experiencias que estás viendo con tus propios ojos. Uno de ellos es el Mago Pop, Antonio Díaz para los amigos, un chico de Badía del Vallès que se ha convertido en mediático gracias a la televisión y que ha creado un espectáculo titulado Nada es imposible que llega ahora al Teatre Victòria tras una larga temporada de éxito en Madrid.

El escenario está ocupado por una cortina azul y una pantalla en el centro. En los laterales pueden verse las fachadas de una casa antigua, casi victoriana, y utiliza en todo momento una iluminación elegante, combinada con una cuidada selección musical y unos números espectaculares. Sería algo así como ver un espectáculo de David Copperfield o pasar una hora en Las Vegas. Ese es el nivel.

Recuerdos de infancia y primeros trucos

El montaje está salpicado por vídeos. El primero es un montaje sobre sus actuaciones callejeras y, luego, nos cuenta con animación, a modo de ejemplo, que un abejorro no reúne las condiciones físicas para poder volar y, sin embargo, lo logra. Nada es imposible. Viajamos ahora a su localidad natal en el pasado cuando era un niño, tenía un poster de Regreso al futuro y le prometía a su madre (aunque casi no se la ve, descubrimos que es Carmen Maura) que un día podría volar.

Aún ni ha salido al escenario y el público aplaude espontáneamente. Salen primero sus seis ayudantes y su aparición inicial a partir de una caja vacía es sorprendente y va sentado encima de… (secreto). Las chispas y los fuegos se ponen en marcha para recibirle y los espectadores le saludamos con una gran ovación que será el preludio de una gran noche. Bromea con nosotros y también nos toma un poco el pelo, juega con diferentes objetos, pero algo no ha salido bien. La forma cómo lo soluciona es inesperada y sorprendente. ¡Impresionante!

Un cómic y un homenaje

Nos explica que ha editado un cómic sobre sus peripecias y hace unas preguntas al público al azar y parece que otra vez nos ha tomado el pelo. ¿Será así o nos prepara una nueva sorpresa? Durante la función, un par de cámaras le van siguiendo para proyectar en la pantalla lo que está sucediendo y que ni los de las últimas filas se pierdan detalle.

Mad wall es el siguiente juego. Pone dos vasos a distancia para que se tapen el uno al otro y... (mejor verlo que explicarlo). En el vídeo se le ve jugando con un helicóptero y rinde homenaje al mítico mago Cardini que, a principios del siglo pasado, destacaba por mover una bola por los dedos de su mano con asombrosa destreza. Lo emula y también las cartas de póquer hacen su aparición (y desaparición).

De 'La casa de papel' a la pulserita

Unas pelotas gigantes sirven para elegir a los voluntarios y el siguiente es un número de teletransportación, como si estuviéramos en la Enterprise de Star Trek, pero combinado con unos ayudantes vestidos como en La casa de papel con mono rojo y careta daliniana mientras suena el Bella Ciao y hace de profesor. Transcurre en la caja fuerte de un banco y recuerda un poco al de la película Ahora me ves. ¿Se habrá inspirado en ella? El desenlace es increíble y ni siquiera el espectador escogido parece tener una explicación coherente.

Suena el Life on Mars de David Bowie mientras intenta explicarnos lo que es la inteligencia colectiva. En un experimento se intentó averiguar el número indeterminado de caramelos que contenía un bote y nadie acertó la cifra exacta, pero la media entre todos sí que resultó ser la correcta. O eso nos explican. Es el momento de demostrarlo mientras toca el piano y también será la ocasión para saber para qué sirve una pulserita que nos han hecho ponernos al llegar. El resultado es simplemente inexplicable, ya podemos buscar el truco, que parece mentira lo que nos muestra.

Se sitúa en una mesa para hacer magia de cerca con los pedazos de una foto previamente firmada (las cámaras le siguen para que lo veamos bien) y, luego, busca entre el público a una nueva víctima para una escena de equilibrio imposible (perdona, Antonio, esto sí que es imposible) mientras utiliza las sombras chinescas. Cuando la chica regresa a su localidad le cuentan lo que ha pasado y no se lo puede creer. Es lo que tiene la magia...

Mensaje para padres e hijos

La siguiente escena va dedicada a los niños. Les insta a desarrollar su creatividad y hacer realidad sus sueños. Que nadie les diga que no los van a conseguir (mensaje para los padres) y lo ilustra con imágenes de Forrest Gump. Dos pequeños demostrarán que pueden lograr algo que va más allá de su imaginación. En la pantalla muestra su encuentro con el físico Stephen Hawking y pretende hacer realidad su sueño infantil de volar (reconoce el impacto que le provocó la vieja película de Superman). ¿Lo conseguirá? Y si lo hace, utilizará algún truco... ¿Debería haberlo, no? A estas alturas ya nos lo creemos todo, incluso que pueda tener alas escondidas.

Un nuevo collage de sus apariciones televisivas al ritmo del Viva la vida de Coldplay reúne en el escenario a todos los que han participado en el espectáculo, voluntarios (forzosos algunos) incluidos para el número final con dos elevadores y otra teletransportación vertiginosa. Las caras de satisfacción de los asistentes son el mejor ejemplo de que han disfrutado y, lógicamente, la platea se pone en pie para despedirlo con aplausos y vítores. Elegancia, fantasía, imaginación y humor en una representación que se nos ha hecho corta (quizás el único inconveniente que se le puede poner, solo dura una hora y cuarto) pero sí es muy intensa. Desde luego, salimos convencidos de que nada es imposible. ¿Será en realidad un espectáculo de autoayuda?