NOVEDAD EDITORIAL
Crítica de 'Tiempo pasado': un Jack Reacher más oscuro, un Jack Reacher mejor
Lee Child construye un nuevo superventas con una calidad exquisita.
Jack Reacher planea uno de sus habituales viajes a lo largo y ancho de Estados Unidos. No pasarán muchas páginas antes de que todo gire en otra dirección y Laconia, la ciudad que vio nacer a su padre, se le aparezca delante. No tiene un calendario marcado, por lo que se anima a adentrarse por sus calles y rastrear las huellas de sus antepasados. Al mismo tiempo, Shorty y Patty recorren el país desde Canadá, en busca de una nueva vida. El coche dice basta muy cerca de un motel de carretera, y deciden pedir ayuda para ponerse de nuevo en marcha. Todo parece normal hasta que Reacher no es capaz de encontrar ninguna documentación en los archivos locales sobre su familia, y el tiempo estimado para reparar el vehículo averiado se prolonga una y otra vez de manera misteriosa.
En una narración con dos hilos argumentales paralelos, Lee Child construye una brillante trama de intriga en 'Tiempo Pasado', la vigesimotercera entrega de la serie. La novela huye por completo de lo que, en un primer momento, podríamos atribuirle a una obra con un protagonista como Reacher -un expolicía militar, de metro noventa, ciento veinticinco kilos, y un tanto rudo. El estilo de Child es depurado y sencillo, y a través de una construcción en la que el suspense aumenta a cada paso de página consigue cautivarte y que no puedas sacarte esa historia de la cabeza durante todo el día. Qué está sucediendo en el motel, por qué la información que tiene Reacher acerca de sus parientes no concuerda con ningún documento oficial y, sobre todo, qué conexión existe entre ambas historias.
Cuando el argumento requiere un transcurso lento, el tempo de la narración transcurre paralelo al de los diálogos. Pero en el instante que necesita acelerar la acción, encontramos conversaciones que transcurren como disparos; sin apenas acotaciones, tan solo una sucesión vertiginosa de frases que logran aligerar incluso la velocidad lectora.
Resulta imposible no rendirse ante la genialidad como tramador de Lee Child. Es cierto que la experiencia que carga en sus espaldas es clave a la hora de elaborar una intriga sin fisuras. Pero la frescura que demuestra tras veintitrés novelas con un mismo personaje es abrumadora. Una obra más oscura que las anteriores, menos explosiva y de digestión más lenta. Y precisamente debido a ello, mucho mejor.
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