ESTRENO

El nuevo montaje de Platel muestra una muerte real en el Temporada Alta

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Marta Cervera

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Hace años ver morir de verdad a una persona en una filmación era un escándalo asegurado. Hoy en día, se aplaude. Eso al menos ocurrió hace pocas semanas en Brujas, donde el director de Les Ballets C de la B, Alain Platel, y el compositor Fabrizio Cassol presentaron 'Requiem por L.', un espectáculo donde la música de Mozart y los cantos africanos se conjuran para afrontar el último viaje. Y no lo hacen solos sino acompañados de las imágenes de la muerte de Lucie. Ella, admiradora del trabajo de Platel y que luchó en los años 80 por la legalización de la eutanasia en Bélgica, permitió que el creador la grabara mientras fallecía. Había decidido no luchar contra una enfermerdad incurable y optó por una muerte programada, con ayuda de paliativos

Su cara en blanco y negro, recostada en una almohada, aparece proyectada en una gran pantalla al fondo del escenario que confronta al público con lo inevitable en una ceremonia extraña. Esas imágenes donde a veces aparecen algunos íntimos que la acompañan hasta el último momento contrastan con la alegría, la fuerza y la energía que transmiten los 14 músicos protagonistas, la mayoría africanos, que acaban bailando en una gran celebración de la vida. El contraste entre la escenografía, que evoca el monumento al Holocausto de Berlín, y los movimientos de los músicos africanos es uno de los hallazgos de la obra que llegará al festival Temporada Alta el 16 y el 17 de este mes.              

Platel quería "coger la muerte por los cuernos" y mostrar el final que a todos iguala. Varios seres queridos le habían abandonado y sentía la necesidad de hablar sin miedo de un tema tabú. En otras culturas el fallecimiento se vive de manera menos sombría, de ahí la idea de acercarse a él desde otra perspectiva. "Hay varias culturas donde el duelo se acompaña de ceremonias de celebración de la vida, de algo más alegre y vibrante que lo que hacemos en Europa", explica Platel en Brujas respecto a su última propuesta que, entre otras dicotomías, explora "el contraste entre lo público y lo privado, lo individual y lo colectivo".

Mozart dejó inacabada su obra. "Nosotros le hemos añadido otras músicas para crear otra ceremonia de duelo", dice Cassol, que utiliza desde referencias a la música popular africana y el jazz hasta la música religiosa y la lírica. La composición es un laborioso trabajo, teniendo en cuenta además que solo algunos de los músicos saben leer partituras. Seis de ellos estaban en 'Coup fatal' -ese celebrado encuentro de música congoleña y el barroco europeo- y otros en la aclamada versión del 'Macbeth' poscolonial. Todos ellos, junto a nuevas incoporaciones, participan en esta nueva aventura donde bajos eléctricos y guitarras dialogan con instrumentos tradicionales del Congo como el likembé, las percusiones, un acordeón, un bombardino, tres voces líricas y otras tres conocedoras de los ritos y cantos ancestrales del continente africano. 

Choque total

Cada uno vive a su manera un espectáculo que confronta la muerte en directo con una música que tanto sumerge en hipnóticos ritmos como invita al recogimiento en algunos pasajes y conmueve en otros. La percusión que anuncia el final del trayecto es demoledora. Pero la alegre coreografía final, que da sentido a las botas de agua de los intérpretes, es un canto a la vida. Anima a seguir adelante, a no perder el tiempo y aprovechar la existencia.  

Aunque tenía la bendición de Lucie, Platel admite que filmar su defunción fue "delicado y difícil". Más allá de temas éticos y de los recelos de la familia -no permiten el uso de imágenes de la fallecida en las fotos promocionales-, sabía que trabajar en escena con un material tan sensible sería complicado. Aunque a Platel parece no austarle nada como ya ha demostrado el director en anteriores montajes. "Ella me invitó a filmar su muerte y usarla en escena pero no sabía si los músicos podrían hacer algo así ni si el público podría aguantarlo".

"Me invitó a filmar su muerte y a usarla en escena pero no sabía si los músicos podrían hacer algo así ni si el público podría aguantarlo"

Alain Platel

A tenor de los resultados -en Brujas solo una persona abandonó la platea- esa ceremonia de adiós engancha. El público siguió en un silencio sepulcral esa muerte real que transcurre de forma lenta y serena guiada por unos músicos que cantan, bailan y hasta dialogan con la filmación. Aun así resulta extraño presenciar una muerte real en un teatro. "Los músicos han conseguido crear un nuevo ritual de duelo", afirman Cassol y Platel. Basta ver la entusiasta respuesta del público y la emoción de los intérpretes mientras saludan.

En las primeras filas, una pareja se fundió en un abrazo al acabar los aplausos. Ambos sonreían. Quizá, como a Platel, 'Requiem pour L.' les ha servido para asimilar mejor la desaparición de sus seres queridos. "En estos últimos se han ido mi padre y Gérard Mortier [revolucionario director artístico que transformó el mundo de la ópera]. Estuve con ellos hasta el final. Noté un dolor inmenso pero a la vez una fuerza enorme". Al principio no tenía tan claro mostrar la muerte de L. "Pensé en trabajar con bailarines para evocarla". Pero lo descartó tras escuchar la música de Cassol. "Era tan potente que quise ir sin rodeos. La base del 'Requiem' es la muerte: hay que mirarla a los ojos". Anima al público a hacer lo mismo, a enfrentarse a ella sin miedo.