CRÍTICA DE LIBROS

Un plato de cerezas frescas

El segundo dietario de Francesc Parcerisas, 'Un estiu', constata enfermedades y muertes de amigos a la vez que celebra placeres sencillos

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Vicenç Pagès

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Cinco años después de 'La primavera a Pequín', Francesc Parcerisas (Barcelona, 1944) acaba de publicar su segundo dietario, que corresponde al verano del 2014. En esta ocasión, el tono no es del extrañamiento sino el de la familiaridad. Describe sensaciones, recuerdos, reflexiones, que se superponen de una manera desordenada y armoniosa: estival. 

Conocido sobre todo como poeta y traductor, Parcerisas ha trabajado como profesor universitario y director editorial, y ha ejercido cargos en la Institució de les Lletres Catalanes. Ahora nos deja el testimonio literaturizado del verano antes de cumplir 70 años, en que constata enfermedades y muertes de amigos, así como la decadencia de la madre, pero también celebra placeres sencillos como una ensalada de escarola y cebolla o un remojón matinal en el mar de la infancia. El tono general es bondadoso, excepto algún momento gruñón; en medio de tanta civilización, sorprende un anticlericalismo arrebatado, poco matizado. 

Los historiadores del futuro certificarán que, durante unas pocas generaciones, los trabajadores de este planeta difrutaron de una jubilación retribuida, desde la que otear presente y pasado, reflexionar sobre la evolución de la universidad o de la juventud, o bien pararse en un poema de Gil de Biedma, un conte de Pushkin, un párrafo de Gombrich. En pocas líneas pasamos de aquellos años en que los hombres se sujetaban los calcetines con ligueros a dejar constancia del primer canto de cigala del verano.

Placeres y estados de ánimo

Parcerisas sobresale en el momento de dar voz a placeres -sencillos y complejos- y estados de ánimo, las 'Coses petites' (así se titula un poemario suyo) a las cuales solo accedemos en el ocio mantenido y después de un largo cultivo de la sensibilidad. 

No hay nada ni demasiado trivial ni demasiado trascendente para este dietario, donde no resulta fácil diferencia la contemplación de la reflexión, o la reflexión de la escritura: es lo que escribimos, lo que queda. 'Un estiu' empieza con las hoguera de Sant Joan y acaba con la correspondencia con un amigo enfermo -que mientras lo leemos vuelve a estar vivo-. Esta recopilación de prosas es como un plato de cerezas para degustar después de un siesta a la sombra, cuando dudamos entre sumergirnos bajo las olas o buscar la verdad en las formas de un pino castigado por el viento fuerte de Levante.