COMEDIA DESCEREBRADA
'Muchos hijos, un mono y un castillo': los sueños chalados de Julita
El actor Gustavo Salmerón debuta en la dirección un fascinante documental familiar que narra la historia de España
Olga Pereda
Periodista
Especialista en Educación de El Periódico. A los mandos de la sección 'Mamás y Papás' y del Club de Educación y Crianza. Te mando cada viernes una newsletter con contenidos clave para afrontar la maternidad y la paternidad. Escribo en la sección de Sociedad y tengo alergia a la pseudociencia.
Olga Pereda
Julita Salmerón siempre quiso tener muchos hijos. También un mono. Y un castillo. Sus deseos se cumplieron. Julita es hoy una señora de 82 años, una madre fuera de serie, un torbellino de vitalidad, ternura y humor. Hace 15 años, uno de sus seis hijos, el actor Gustavo Salmerón ('Mensaka', 'Asfalto') cogió una cámara y empezó a grabar a su peculiar familia. El resultado se estrena este viernes en cines: 'Muchos hijos, un mono y un castillo', una película con alma que emociona y hace reír. Y lo más importante, que no se olvida. Una suerte de 'El desencanto' (Jaime Chávarri, 1976). Un documental familiar que, al mismo tiempo, es la historia de España, desde la segunda República hasta la actual crisis económica. Una comedia descerebrada y luminosa que contagia alegría de vivir. Un descubrimiento.
“Más que una película basada en hechos reales es una película realizada con hechos reales”, afirma Gustavo Salmerón (Madrid, 1970), que debuta en la dirección del largo. Desde que empezó a pergeñar la idea, tenía claro que el personaje central no sería su padre, ingeniero industrial. Tampoco sus hermanos. Lo sería su madre, la gran Julita, la mujer a la que el desayuno le parece el momento más feliz del día, la exmaestra de un jardín de infancia que confiesa que nunca besó a sus hijos porque no le salía, la niña de la guerra que nunca tiró nada a la basura, la persona más optimista del mundo. “Le ponía la cámara delante y hacía lo que yo como actor siempre he querido hacer. Admiro su naturalidad y verdad. Ella es políticamente incorrecta y eso es siempre bueno para la comedia”, añade el cineasta, que ha paseado el documental, entre aplausos, por los festivales de Toronto, Karlovy Vary, San Sebastián y Londres.
Herencia millonaria
Con el hilo conductor de los huesos de una familiar perdidos por la casa, 'Muchos hijos, un mono y un castillo' mete las cámaras en el hogar de los Salmerón, una familia de clase media que tras una herencia pasó con pértiga a la clase alta. En sus años mozos, Julita iba con su familia a ver castillos. Siempre soñó con tener uno. Cuando una herencia los convirtió en ricos, se lo compró en la provincia de Barcelona. El cuento de hadas se desmoronó con la crisis económica después de que la familia invirtiera en la construcción. Lo perdieron todo. El castillo también. Pero la sonrisa de Julita permaneció imborrable. Y su fina ironía. Y sus ganas de salir adelante. “Mi madre es la punta del iceberg de las madres españolas, una gran representante de una generación muy valiosa que vivió una guerra”, cuenta Salmerón.
Especialmente tronchante es el momento en el que Julita -que ahora es "medio atea"- confiesa a cámara que fue falangista. El hijo no da crédito y le pregunta muchas cosas. Sus respuestas son surrealistas y, al mismo tiempo, certeras. “Puede que mi madre estuviera en el bando de los vencedores de la guerra, pero sufrió la educación franquista y le metieron con embudo la religión. Son una generación que no ha sabido solucionar algunos temas, pero nosotros tampoco”, reconoce el actor y director.
Hogazas de pan y chorizo frito
También provoca risas escuchar a Julita hablar de su mono, la excéntrica mascota que siempre soñó tener. Se divirtió con él y le quiso como a un hijo. La familia se deshizo del exótico animal cuando se volvió agresivo. También se tuvieron que deshacer de su fastuoso castillo, pero por otros motivos: las deudas millonarias que conllevó la crisis económica. Ni haciendo el triste inventario de objetos caseros (algunos muy valiosos y otros, revistas del corazón de la década de los 70 o vestidos de muñecas antiguas) Julita cae en la depresión. No. La tristeza no es para ella. Ella lo único que pide es que, por favor, cuando muera alguien se atreva a pincharla con una aguja. “Así comprobaréis que estoy muerta de verdad porque si no, qué angustia”, comenta ante las cámaras como si tal cosa. Las penas con pan son menos penas. Por eso, ante la adversidad, Julita prepara unos gigantes bocadillos con hogazas de pan y chorizo frito.
Consciente de que 'Muchos hijos, un mono y un castillo' se estrena junto con una de las películas más esperadas (y posiblemente más taquilleras) del año, a Salmerón no le queda otra que reírse del universo Star Wars. “Yo también tengo una espada Jedi”, explica mientras muestra un tenedor extensible, el instrumento con el que su madre 'acaricia' a su padre cada noche para comprobar que el cabeza de familia sigue con vida, una de las muchas excentricidades de una mujer caótica como su casa, en la que guarda -por algún armario- las cenizas de sus progenitores y las vértebras de su abuela.
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