CRÍTICA DE CINE
Crítica de 'Wonder': agradar a toda costa
La adaptación de la obra de R. J. Palacio está llena de buenas intenciones y de mensajes a favor de la tolerancia y la cordialidad que nunca suenan del todo sinceros
"Puestos a elegir entre estar en lo correcto y ser amable, es mejor ser amable", dice alguien al principio de 'Wonder', y esa máxima ilustra cada una de las escenas de la película. En lugar de hacer una película veraz y reflexiva, el director Stephen Chbosky ha preferido hacer una afectuosa, y llena de buenas intenciones y mensajes a favor de la tolerancia y la cordialidad que nunca suenan del todo sinceros.
Adaptación de la obra de R. J. PalacioR. J. Palacio, se trata de la historia de Auggie (Jacob Tremblay), que nació con una extraña enfermedad conocida como disostosis mandibulofacial y que, por tanto, no solo lidia con las dificultades típicas para cualquier niño de 10 años sino también con una cruel malformación facial. Después de haber sido educado durante años en casa y por tanto aislado de los otros niños, sus padres (Julia Roberts y Owen Wilson) deciden que ha llegado el momento de que se enfrente a esa jungla conocida como escuela.
En el mundo de 'Wonder', los problemas económicos o las ansiedades propias del mundo laboral no existen. Todo el mundo vive en casas fantásticas; en las calles no hay mendigos ni suciedad. Auggie tiene una familia infinitamente comprensiva y solícita. En la escuela encuentra profesores sensibles e inspiradores y compañeros de clase en su mayoría dispuestos a aceptar su apariencia y apreciar su inteligencia, e incluso los pocos chavales que inicialmente abusan de él acaban arrepintiéndose y disculpándose.
Asegurándose la respuesta emocional
En general, Chbosky aqueja una necesidad casi enfermiza de esquivar cualquier cuestión espinosa derivada de su premisa, y de asegurarse de que nada de lo que sucede en pantalla perjudique de verdad o siquiera amenace a los personajes. Con ese fin la película recurre de forma creciente a la manipulación, encadenando secuencias cada vez más sentimentales -algunas incluso protagonizadas por un perrete- para asegurar la respuesta emocional del espectador.
En última instancia, 'Wonder' muestra menos interés en explorar lo que significa vivir con una anomalía física conlleva que en usar a Auggie como un mero mecanismo para generar empatía y dar lecciones a la gente sobre la importancia de aceptar a los demás como son y, sobre todo, de ser buenos los unos con los otros -eso queda especialmente claro en el lacrimógeno clímax, en el que el niño recibe una medalla simplemente por ser quién es-. Inevitablemente, en el proceso, a punto está de trivializar las enormes dificultades que aquellos discapacitados o simplemente diferentes se ven obligados a afrontar.
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