CRÓNICA
Del maratón al chaparrón
La noche olímpico-rumbera del Grec quedó anegada por la lluvia
Luis Troquel
Periodista
LUIS TROQUEL / BARCELONA
Gala aguada justo cuando se ponía bien calentita. Para reforzar su carácter de espectáculo, más que de concierto al uso, 'Rumberos, pugin a l’escenari!' tuvo un preludio en forma de distendido 'sketch' teatral. Con la simpática idea de que lo protagonizara un hipotético participante de 'Mongolia' que, en 1992, se había apuntado a la maratón. Y no llegaba a la meta justamente hasta ese momento. Un cuarto de siglo después, el pasado martes, se rememoraba el arranque de unos Juegos Olímpicos en cuya clausura la rumba gozó del mayor pantallazo mediático de su historia.
Peret y Ramunet
Tras ese preámbulo y con el Teatre Grec lleno hasta la bandera, más rumbera que olímpica, Sicus ejerció de maestro de ceremonias al frente de una banda de 10 músicos más (varios de su grupo Sabor de Gràcia) y dos bailaoras. Abrió cantando él en un homenaje al rey Peret; enlazando ‘El mig amic’ con ‘Canta y sé feliz’, ‘Borriquito’, ‘La lágrima’, ‘La rumba del tracatrá’ y ‘La noche del hawaiano’. La siguiente intervención ponía en evidencia las contradicciones que aquel 92 nos dejó al respecto. A pesar de semejante escaparate olímpico-rumbero, la canción publicada en aquellos tiempos que más haya pasado a la historia pasó en aquel momento casi inadvertida. El ‘¡Marcha, marcha!’ del fallecido Ramunet, que en el Grec abordó su hermano Peret Reyes.
Tras él, el grupo Gertrudis, y su ‘Samarreta’, eran los primeros representantes de un exitoso subgénero que podríamos llamar “okupas de la rumba”. Acto seguido, Manel Joseph de la Orquestra Plateria recordaba a su compañero de fatigas Gato Pérez con un coreado ‘Gitanitos y morenos’. Todo iba sobre ruedas cuando el siguiente invitado puso ya el motor al rojo vivo con el poco conocido tema ‘La moto’. Y eso que él era también de las figuras más desconocidas del elenco: Yumitus del Pichón. Tanto calentó el carburador que muchos ni se dieron cuenta de que empezaba a llover, con la inmediata suspensión del concierto.
Metáfora de la Barcelona del 92
Lástima que por unos minutos no le hubiese dado tiempo a salir a Maruja Garrido, que como fuerza de la naturaleza que es, igual hasta hubiese sido capaz de espantar lluvia y vientos. Ni a ninguno de los artistas que tenían que actuar a continuación: Los Amaya, Rumba Tres, Joan Garriga, La Pegatina, Johnny Tarradellas y Moncho, que iba a romper un largo silencio en la víspera de su 77º cumpleaños. La lluvia anegando la jornada parecía una metáfora de lo que en cierta manera fue Barcelona 92: un episódico tráiler de la ciudad que permanentemente es hoy. Abarrotada de gente que habla (y grita) hasta en las más ininteligibles lenguas. Más babilónica que olímpica. Por suerte, siempre nos quedará la rumba.
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