Laia Aguilar apuesta por romper estereotipos en su novela "Wolfgang"

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La barcelonesa Laia Aguilar, que hoy recogerá en Andorra el VI Premio Carlemany para el Fomento de la Lectura por su novela "Wolfgang", ha comentado a Efe que se trata de un relato, protagonizado por un niño, en el que reflexiona sobre los estereotipos, sobre "la necesidad de romperlos".

La obra, publicada por Columna, está protagonizada por un chaval de once años, al que llaman Wolfgang, con un coeficiente intelectual de 152, y al que le gusta hacer listas de cosas imposibles, conocer cómo se podría viajar a Neptuno o pensar que algún día se convertirá en un gran pianista, siendo como es un gran conocedor del instrumento desde los tres años.

Su vida cambiará el día en que su madre fallezca de repente y deba ir a vivir con el "señor Carles", un hombre con cola de caballo, que su progenitora ha dejado escrito debe cuidar de él al ser su padre.

Desde el principio de su nueva vida, Wolfgang notará que le envuelve un secreto familiar, aunque todos los adultos que le rodean, desde Carles a su abuela Matilde o su tía Berta, intentan esconderlo.

Laia Aguilar, que trabaja habitualmente como guionista en series de televisión como "Infidels" o "Merlí", no esconde que de las tres novelas que ha publicado ésta es la más personal, con un personaje que tiene grandes virtudes, como la de un profundo conocimiento de la música, pero también grandes flaquezas, como que "es incapaz de tolerar la frustración".

"En el trasfondo de la historia -prosigue- hay una reflexión sobre los estereotipos, unas ideas que se acusan mucho en la infancia o en la adolescencia, cuando se etiqueta a un niño por ser disléxico o a otro por tener un coeficiente intelectual muy alto".

Aguilar piensa que "la sociedad premia al que es normal y corriente, un concepto, por otra parte, prefabricado" y se pregunta: "¿Tenemos que comportarnos todos de igual forma?", respondiéndose a sí misma que no.

A la vez, critica que todo lo que "no forma parte de la masa de grises no se sabe cómo se tiene que catalogar y tratar y entonces etiquetamos", algo contra lo que cree que "debemos luchar".

Sobre Wolfgang, un niño que sueña con ir a París para matricularse en la mejor academia de música del mundo, su creadora precisa que tiene muchas virtudes pero también sufre "un bloqueo emocional y aunque sea muy inteligente en algunas cosas, en otras está muy limitado".

El viaje a París, que al principio emprenderá como una fuga y, posteriormente, se verá acompañado por su padre Carles, es también "una suerte de huida hacia adelante, una huida de sus emociones, de sus flaquezas, aunque al final acabará encontrándose a sí mismo, enfrentándose con sus miedos".

Respecto del premio Carlemany, ha dicho que lo que más le gusta es que el jurado estaba formado por nueve estudiantes de entre catorce y dieciséis años, alumnos de los tres sistemas educativos de Andorra, "el más honesto".

Además, aunque la obra va dirigida también al lector adulto, cree que con este jurado queda demostrado que "puede remover y sacudir a los más jóvenes, conectar con ellos".