CRÓNICA

'Paradise', toda una experiencia

El club de alterne que da título a la obra del Poliorama triunfa entre los jóvenes con un sólido reparto lleno de caras conocidas

Paradise

Paradise / periodico

MARTA CERVERA / BARCELONA

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'Paradise', propuesta creada y dirigida por 'Paradise'Nico&Sunset (Oriol Vila y Raquel Salvador), es un éxito de público. El teatro Poliorama se llena todos los martes –único día que se representa la función- y la gran mayoría de espectadores está por debajo de la veintena, al menos así fue en la representación del pasado día 3. Había ganas de ver de cerca a los actores, y en especial los rostros famosos de la serie de TV-3 'Merlí'. Los calurosos aplausos nada más empezar en el primer fundido en negro entre escenas mostraban ese fervor.

Pocos elementos bastan para trasladar al espectador al Paradise, un club de alterne anunciado con luces de neón en el que se entrecruzan historias de soledad, amor e incluso familiares. Elisabet Casanovas es una consistente y sólida VeroshkaElisabet Casanovas, prostituta rusa que guía al espectador y encadena las tres piezas breves que componen la obra. Impagable su aparición con el teclado eléctrico tuneado en un momento del espectáculo.

También sorprende (para bien) la manera en que Albert Baró aborda el rol de discapacitado mental que se deja llevar al lugar junto a sus hermanos  (Adrian Grösser) y (Albert Salazar), con el objetivo de que aquel pierda la virginidad.

HUMOR Y FRAGILIDAD

Después Verohska debe enfrentarse a una experiencia inusual: un cliente de pueblo e inexperto, un convincente Artur Busquets, que evita cualquier contacto carnal porque solo desea llegar al sexo si a ella le apetece de verdad. Casanovas se luce con su personaje, que pasa del estupor inicial de la profesional a asumir su triste realidad.       

En el último relato participan todos los actores e impacta por la transformación de Salazar, Baró y Grösser. Muestra la trastienda del club nocturno donde las prostitutas conviven y se quitan la máscara. Las risas asaltaron la platea nada más empezar cuando el personaje de Albert Baró discute las bondades de los filmes de Richard Gere con Albert Salazar. Aunque el final es a la vez previsible e inverosímil, el público disfrutó con la curiosa historia de amor. 

La comedia permite disfrutar de unas risas, acercarse al polémico mundo de la prostitución sin voluntad de escándalo y descubrir la capacidad actoral de unos intérpretes deseosos de alejarse de sus personajes de 'Merlí'.