FESTIVAL DE VERANO DE BARCELONA
'La força oculta', espectacular duelo entre Oriente y Occidente
El aclamado director holandés Ivo Van Hove presenta su última creación en el Teatre Lliure
Marta Cervera
Periodista
MARTA CERVERA / BARCELONA
El aclamado director holandés Ivo Van Hove regresa al Grec, este sábado y domingo, con 'De stille kracht' (La força oculta). Una impactante escenografía traslada al espectador a la isla de Java en pleno monzón para entender mejor el eterno conflicto entre los Oriente y Occidente. Basada en la novela homónima de Louis Couperus (1863-1923), que vaticinó la imposibilidad de mantener el sistema colonial, la obra retrata el choque de dos culturas, de dos mundos condenados a no entenderse mientras una se considere superior.
Tras sorprender con creaciones tan distintas como 'Tragèdies Romanes', 'The Fountainhead' y 'La Voix Humaine', Van Hove vuelve con un montaje lleno de sorpresas donde la cultura ancestral se enfrenta al pensamiento racional. La fuerza oculta del título es un poder que no se rige por la lógica occidental. Se trata de una fuerzar invisible que se materializa a través de la corrosión de los elementos y de los personajes principales.
ENCRUCIJADA EXISTENCIAL
La obra tiene como protagonista al gobernador holandés de una provincia, Otto van Oudijck, un hombre competente que mantiene buenas relaciones con todo el mundo hasta que estalla un conflicto con uno de los príncipes locales. En paralelo, su vida familiar se empieza a desmoronar. Su mujer descuida sus obligaciones para entregarse a sus amantes y sus hijos se alejarán de su estricta influencia, cautivados por el entorno y sus gentes.
Para Van Hove, 'La força oculta' muestra la encrucijada de personas a caballo entre el siglo XIX y XX. Aunque fue escrita en 1900, los conflictos que retrata están en la base de muchos problemas actuales. "Coperus nos muestra personas que se despiden de viejas certezas y aprenden a hacer frente a un mundo nuevo y lleno de preguntas sin respuesta", ha dicho el director. Y destaca que la obra no esconde todo aquello que oculta la sociedad occidental tras la fachada de la civilización: sexo explícito, adulterio, pedofilia, incesto e histeria.
Ocho actores interpretan el montaje. En él la música de Harry Wit juega un papel tan importante como la increíble escenografía de Jan Versweyveld. Un gran piano de cola destaca en ella junto con una pared tapizada con instrumentos de percusión. Al sonido ordenado del teclado, símbolo de la cultura del Viejo Continente, se contrapone el sonido en directo de los tambores y gongs orientales, que irán ganando terreno a medida que avance la obra.
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