CRÍTICA
'Brooklyn': Una mujer entre dos mundos
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
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Si un melodrama te hace llorar se supone que ha conseguido uno de sus efectos primordiales, del mismo modo que si una comedia te hace reír, un filme de terror te da miedo y viendo un 'thriller' necesitas saber la resolución del misterio. Desde este punto de vista, 'Brooklyn' es un buen melodrama: tiene dos o tres momentos en los que sin apelar a la lágrima fácil consigue emocionar y que el espectador empatice con las sensaciones de su protagonista, una joven irlandesa que se instala en Nueva York y busca el sueño americano, pero tiene serias dudas cuando una tragedia familiar la obliga a volver a Irlanda y debe decidir entre quedarse o volver.
El filme, ambientado en los años 50, se acoge a la modalidad del 'woman’s film', precisamente una de las variantes del melodrama clásico que triunfó en aquella década. La reciente 'Carol' es otro ejemplo, aunque los intereses y resultados de ambas películas tengan poco que ver.
La fórmula es clara: chica sola que intenta hacerse un hueco en la llamada tierra de las oportunidades, lances amorosos y laborales, pintura colectiva del barrio de Brooklyn, algún toque distendido (la relación de la protagonista con su casera y el resto de chicas de la pensión), dilemas morales y diferencias culturales. Nada sobra y nada falta, todo muy medido. Pero más allá de la convicción de Saoirse Ronan en el papel principal, se echa en falta algo más de mordiente dramática en el guión de Nick Hornby, aunque el efecto lagrimal se cumpla.
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