CONCIERTO
Foals, a un paso del estadio
La banda británica exhibió en Razzmatazz un repertorio predestinado a sonar en grandes recintos
Juan Manuel Freire
Periodista
Periodista y crítico cultural.
JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA
La noche del domingo, cierto colapso humano en Razzmatazz con la actuación (entradas agotadas) de Foals, grupo británico en busca de recintos aún mayores. Empezaron con un rock matemático pero infeccioso en la línea de los primeros Bloc Party, pero con cada nuevo disco, se han afianzado en una épica y, por momentos, una musculosidad rock que no hace difícil imaginarlos en la liga de, digamos, Muse.
Su líder, Yannis Philippakis, tiene el carisma para aguantar esa clase de focos. Aunque en esos escenarios de grandes dimensiones nos perderíamos, quizá, uno de los principales atractivos de los 'shows' de Foals: ver a Yannis escalar por los recodos de la sala para luego lanzarse sobre el público desde una altura temeraria. En Razzmatazz volvió a hacerlo, llegado el primer bis, con el ‘savoir faire’ que le caracteriza.
La canción que Yannis aprovechó para el salto, ‘What went down’, la titular de su último disco, da una indicación de las ambiciones de la banda de Oxford: su referente directo (al menos a la altura del estribillo) parece Foo Fighters. Los últimos Foo Fighters, los que arrasan en festivales cuyo paisaje de espectadores se extiende hasta el infinito.
MUCHAS CARAS
Pero Foals no son solo eso ni reniegan de su pasado, y el directo del domingo fue una muestra de sus muchas caras. La que parece fijarse en el 'stoner rock' de Queens Of The Stone Age ('Snake oil'), pero también la que tiraba, antaño, de ritmos frenéticos y entrecortados ('Balloons'), o la que tira de funk casi propio de Curtis Mayfield ('My number'); también se basa en un colchón funk 'Birch tree', pero aquí no aparece Curtis en la mente, sino Red Hot Chili Peppers.
Cada canción fue recibida con ovación, en particular, quizá, el single 'Mountain at my gates' y, muy merecidamente, la más antigua ‘Spanish sahara’, hito planeador de la época en que bajaron el ritmo de su música sin perder intensidad (el gran disco del 2010 'Total life forever'). Otro buen momento, ya en el cierre de actos: la versión reelaborada y extendida (doble de minutos) de la antigua 'Two steps, twice'.
Completaron la noche, como en el directo de Foals del 2013 en la misma sala, sus primos espirituales Everything Everything, también entregados a la combinación de imbricación matemática con empuje melódico, aunque en su caso algo más pop que rock.
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