ESTRENO EN EL TNC

Carles Santos, desbordante partitura de madurez

El artista de Vinaròs vuelve a sorprender con su genio creativo en 'Patetisme il.lustrat'

Mónica López y Carles Santos, en el montaje.

Mónica López y Carles Santos, en el montaje.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / BARCELONA

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Carles Santos nunca dejará de asombrarnos. En ‘Patetisme il.lustrat’, el último espectáculo del genio de Vinaròs, su desbordante imaginación vuelve a circular sin frenos. El nuevo invento del multifacético artista de 75 años intenta expresar, sin apoyarse en un argumento concreto, la visión de su madurez creativa y vital. Sin renunciar a la estética y el lenguaje que lo definen, el compositor, cineasta y 'performer' consigue, una vez más, sorprender al público de la Sala Tallers del TNC.

Con este montaje, Santos exprime al máximo, en un intento de no repetir las fórmulas expositivas, su particular universo. Sin su cómplice piano, instrumento que le ha acompañado siempre -no solo como medio para interpretar su música, sino también como artilugio escénico que incluso ha llegado a destruir-, el artista se presenta más desnudo que nunca. Cuando aparece en escena, casi siempre a gatas, no tiene ni siquiera un texto en el que apoyarse. El juego de silencios, movimientos y gestos interrelacionados con los de las otras participantes en la producción, es la única arma de expresión de su desasosegante estado creativo.

MAGIA Y FETICHISMO

En su afán de rizar el rizo, Santos no cuenta ni siquiera con una música instrumental de apoyo, más allá de limitados pasajes grabados por él en los años 70 y de unas alucinantes creaciones percusivas. Pero ello no quiere decir que la obra no sea en realidad una partitura de sensaciones, emociones y fantasías. La magia y el fetichismo, expresado con el vestuario y los zapatos de tacón de aguja de la mujer, así como la pulsión poética de impronta brossiana están presentes en la interacción de los elementos que coexisten en este incalificable espectáculo.

La actriz Mònica López vuelve a ser una imponente musa, de intimidante y seductora presencia, con la que Santos escenifica su fantasioso mundo. Ella recita, con volcánica dicción, los escasos textos del autor. Aparece sola, llamando al orden e insultando al personaje del creador y compone con él algunas de los dúos interpretativos más sugerentes, como el de los dos mordiendo a la vez uno de los trozos del texto que ha ido destrozando. Esa especie de escenificación a lo 'devórame otra vez' es un momento de alto voltaje erótico.

PERCUSIÓN EN EL TRASERO

Pero hay muchos más impactos, siempre de gran fuerza narrativa y visual, como el de ese deambular de la estupenda Dory Sánchez, muy en la línea de Sol Picó, entre un mar de zapatos. Esta coreografía, potenciada por la escenografía de Montse Amenós, es uno de los pasajes más bellos del montaje, sin dejar de lado el de la jaula donde está encerrada la bailarina asediada desde fuera por la percusionista Núria Andorrà, hasta que ambas completan dentro una poderosa escena de dominación. La implacable percusión de esta artista sobre el trasero desnudo de Santos es otro de los pasajes sorprendentes de este montaje lleno de metáforas que aluden a la visión patética que el creador tiene de sí mismo. Genial.