CRÓNICA

Cristina Lliso, elegancia y filo

La excantante de Esclarecidos transmitió distinción en su regreso escénico

Cristina Lliso, durante su actuación del martes en Luz de Gas.

Cristina Lliso, durante su actuación del martes en Luz de Gas.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Ha estado 16 años sin pisar un escenario y, el martes, en Luz de Gas, dio la sensación no de que el tiempo no hubiera transcurrido, pero sí de que lo había hecho con suavidad, con un sentido y una amabilidad por su manera de coser pasado y presente. Cristina Lliso cantó a Esclarecidos y ofreció seis canciones de su delicado disco en solitario, Si alguna vez (2012), y su recital no fue ni nostálgico ni complaciente. Hubo inventiva, elegancia y ningún ánimo de simular lo que no es.

Recital de trayecto inteligente, que se abrió paso desde la oscuridad con Bajo el sauce, rescate de los tiempos del efímero grupo Lliso. Tres guitarras (¡Guitar Festival!), con la acústica de Suso Saiz al frente, si bien las diabluras más experimentales, que aportaron una tensión subterránea, las ejecutó su hijo Emilio con la eléctrica. La voz se fue templando en La duna de Pyla y No viajas sola, y una salva de aplausos saludó la primera cita esclarecida, El detalle. Luego, la versión de Talking Heads, Cielo, y No hay nada como tu, y el trío de guitarras se convirtió en un grupo casi de rock, con Suso al bajo y Pachi Alis a la batería.

ENIGMA VOCAL / Sentada en un taburete alto, de negro, icónicos guantes largos y el enigma de su voz en todo su esplendor, a la vez distante y conmovedora, Cristina Lliso manejó con serenidad el crescendo sonoro de esa segunda parte, que avanzó a través de Estoy esperando a mi amor, el clásico Arponera y un Tucán desbocado a golpe de rock de vanguardia. Sola con Suso, asaltos a Suerte, la bella Mirar la luna y, de nuevo con el grupo, El club de los inocentes y el mensaje de El futuro flotando en el aire: «El futuro no es / tan negro ni tan blanco / como tú / lo quieras ver». No vivamos como si hoy fuera el último día ni como si fuéramos eternos: vivamos sin que eso nos preocupe, vino a decir. Viéndola, era fácil pensar que no es una mala máxima con la que crecer.