entrevista con el actor

Chiwetel Ejiofor: «El mundo sigue lleno de esclavistas y esclavos»

NANDO SALVÀ / Toronto

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Ha trabajado para un puñado de grandes directores, pero hasta hace unos meses muy pocos conocían su nombre -y los que lo conocían no sabían cómo pronunciarlo-. Sin embargo, actualmente es uno de los grandes favoritos para hacerse con el próximo Oscar al mejor actor gracias a su impresionante trabajo en la magnífica nueva película del director Steve McQueen, 12 años de esclavitud, que hoy se estrena en España. En ella, el actor británico, de 36 años, da vida a Solomon Northup, un hombre negro libre que en 1841 fue secuestrado y vendido como esclavo. De ella, y del camino recorrido hasta ella, nos habló Ejiofor en el pasado Festival de cine de Toronto.

-¿Es cierto que en un primer momento rechazó el papel?

-No exactamente. Después de que Steve McQueen me lo ofreciera, durante 24 horas sentí que no estaba preparado para el viaje físico, psicológico y emocional que implicaría aceptarlo. Es curioso: cuando eres un actor y sientes pasión por tu trabajo, te pasas los días acosando a tu mánager y luchando por conseguir ese papel que marque la diferencia, que te permita demostrar todo lo que llevas dentro, y entonces cuando ese papel llega, cuando te ponen el guion encima de la mesa, de repente te entra el miedo y te paralizas. Es lo que me pasó a mí.

-Usted es británico. ¿Cuáles son sus sentimientos acerca de la esclavitud americana?

-No creo que la tragedia de la esclavitud fuera un asunto exclusivamente americano, porque implicó a mucha gente de muchos países. Mi familia proviene de Nigeria, pertenecemos al grupo étnico igbo, y en su día cientos de miles de igbos fueron sacados de allí y llevados a América, a las Indias Occidentales. Por eso siento una conexión muy personal con la diáspora derivada de la esclavitud. Y creo que el mensaje de la película es universal, porque el mundo sigue lleno de esclavistas y esclavos, y porque creo que la herida que la esclavitud provocó sigue abierta.

-¿A qué se refiere?

-A que aquello sucedió hace 200 años, y la población blanca de Estados Unidos no ha asumido su responsabilidad al respecto. Es un tema del que simplemente no se habla. El pueblo norteamericano le da la espalda a su propio pasado, y es una pena porque para entender América es necesario entender la esclavitud. Por eso es importante esta película. Una sociedad que no afronta su pasado es una sociedad sin futuro.

-Usted se curtió como actor en los escenarios, y sigue subiendo a ellos a menudo. Elija: ¿cine o teatro?

-Son dos experiencias interpretativas completamente distintas. Cuando actúas en el teatro tienes una relación directa con el público, de manera que te adaptas a sus reacciones y vas moldeando tu personaje día a día, función a función. Cuando interpretas para la cámara careces de esa interacción. El riesgo de fracaso es mucho mayor, y eso por otra parte lo hace muy excitante. Estás solo y solo cuentas con tus instintos. Y con el director, claro.

-Hablando de directores, usted ha trabajado con Steven Spielberg, con Ridley Scott, con Alfonso Cuarón, con David Mamet, con Woody Allen, ahora con Steve McQueen… ¿De quién aprendió más?

-No puedo elegir. Todos ellos poseen gran control y autoridad, pero a la vez son capaces de permitir que suceda la magia, de crear una atmósfera idónea para que sus actores sientan que pueden explorar y sacar el máximo partido a sus habilidades. Y eso no es habitual: muchos directores tienen ideas tan rígidas que no te dejan espacio para respirar, y otros, al contrario, no te ofrecen guía alguna y te abandonan a tu suerte.

-¿Cuándo decidió que quería dedicarse a la interpretación?

-De niño me encantaba leer, y supongo que todos esos libros e historias hicieron crecer en mí la necesidad de contar historias y de expresar emociones. De todos modos, no recuerdo haber tomado nunca la decisión consciente de ser actor. Participé en algunas obras teatrales y después me propusieron que participara en más, y con el tiempo empezaron a pagarme por ello y a llamarme «actor». Entonces pensé: «Vale, tengo la ocasión de dedicarme a lo que amo y encima ganar dinero con ello. Más vale que me prepare». Entonces decidí ir a la escuela de teatro.

-¿Cuál ha sido la mayor influencia de su carrera?

-La primera vez que vi a Robert de Niro en Toro salvaje me quedé sin habla. Sé que es el ejemplo que ponen todos los actores, pero es que ese trabajo es realmente inspirador. Pero creo que la persona que más me ha inspirado a lo largo de mi vida es mi padre. Él era doctor pero también músico, de modo que heredé de él la vena creativa. También fue gracias a él que aprendí a amar los sonetos de Shakespeare. Murió a los 39 años, y a medida que me voy acercando a esa edad tengo una relación más aguda y reflexiva con él, con mi recuerdo de él. Mi padre inspira todo lo que hago.

-Es probable que gracias a 12 años de esclavitud acumule premios y nominaciones. ¿Qué siente al respecto?

-Es halagador que a la gente le guste el trabajo que hago, pero debo decir que no me preocupan los premios. Que los recibas no te hace mejor actor, ni necesariamente significa que seas mejor que los demás. En todo caso me parece estupendo que me nominen a todos los premios del mundo si eso sirve para que más gente vea la película. Aunque, por otra parte, quisiera que el público no se deje influir por esas cosas a la hora de ir al cine. Es mejor que lo hagan con la mirada limpia.

-¿Y si gracias a esta película se convierte usted en una estrella?

-No me interesa la celebridad, y creo que las elecciones que he hecho a lo largo de mi carrera así lo demuestran. No quisiera verme atrapado en la maquinaria de Hollywood, ni sentirme un mero producto o una marca. Entonces sería incapaz de llevar una vida normal, y la normalidad es todo lo que quiero para mí.