El festival de verano de Barcelona

Las llamas del desamor

Heroínas clásicas 8Carmen Machi (centro), Nathalie Poza (derecha) y Cayetana Guillén Cuervo, durante el ensayo de 'Fuegos', en Mérida.

Heroínas clásicas 8Carmen Machi (centro), Nathalie Poza (derecha) y Cayetana Guillén Cuervo, durante el ensayo de 'Fuegos', en Mérida.

IMMA FERNÁNDEZ
MÉRIDA

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Fuego de día y de noche en Mérida. Cuando el sol, que cae a plomo estos días en Extremadura, se fue a dormir el miércoles, llegaron las poéticas llamas deFuegos para encender de pasiones el majestuoso Teatro Romano. La obra de Marguerite Yourcenar, un desgarrador canto al desamor con el que Josep Maria Pou debutaba como director escénico en el festival de Teatro Clásico, fue acogida entre los calurosos aplausos de una platea puesta en pie.

Carmen Machi, Cayetana Guillén Cuervo, Nathalie Poza y Ana Torrent brillaron a gran altura en un montaje que viste de simplicidad y elegancia la belleza de un texto escrito en 1935. Un relato en el que la autora deMemorias de Adrianoescarba en el dolor que le supuso su pasión no correspondida por su editor, André Fraigneau, dando voz a heroínas clásicas torturadas por el abandono como ella. Retrato del desengaño femenino, el espectáculo llegará, del 26 al 28 de julio, al anfiteatro de Barcelona, dentro del programa del festival Grec.

Pou y Marc Rosich, que firma la dramaturgia, han tenido el acierto de apostar por un juego pirandeliano con una Machi contenida, derrotada en el papel principal de la propia novelista, que convoca a tres de sus personajes para desnudar y aliviar su deprimida alma con el dolor de otras. Son tres de los nueve soliloquios de la obra original. Guillén Cuervo es una enérgica María Magdalena, doblemente abandonada por Juan, el evangelista, y Jesús. Poza aparece magnífica como la mitológica Clitemnestra, que escupe las razones que la llevan a asesinar a su esposo Agamenón, mientras Torrent convence asimismo en la piel herida de una trapecista que recrea a la poetisa griega Safo,«inútil suicida» marcada por un desamor

lésbico. Las tres, elegantemente vestidas de largo por Lorenzo Caprile, vomitan arrebatadoras las penas compartidas por la autora, resignada al sufrimiento.

«Qué aburrido hubiera sido ser feliz»,repite Machi en la función con el corazón lacerado.«No se puede construir una felicidad sin los cimientos de la desesperación. Creo que voy a construir»,prosigue el espléndido texto que asume la inmensa actriz con el tono apagado del desencanto.«¡Mejor sufrir!». Yourcenar, esquiva a airear sus intimidades, se desfogó esta vez de la mano de esas heroínas clásicas que tanto la fascinaban.

Bella escenografía

La Osa Mayor, en el cielo estrellado de Mérida, acompañó el desgarro de las actrices. A sus pies emergía la bella y delicada escenografía, inspirada en un jardín japonés, que tapizaba el suelo con tierras de diferentes tonalidades, agua y fuego. Concebida para respetar la palabra y el monumental espacio de Mérida y su posterior traslado al anfiteatro de Montjuïc, sus efectos se apreciaban solo desde las alturas de la grada.

ElNe me quitte pasde Jacques Brel, en una versión inglesa, puntea un espectáculo íntimo y emotivo que tropezó en su estreno con los fogonazos de los móviles del público. A Pou, y a tantos otros, le persigue esa irrespetuosa actitud que va ganando adeptos.«Los mismos espectadores deberían increparles, así no se puede trabajar», lamentó tras la representación el director, que recordó entre bromas su accidentado debut como actor en el mismo recinto romano en 1971:«Era el mensajero de Antígona y gritaba 'Tebanos' encaramado a unas columnas. Uno de los jóvenes que entonces se colaban en el recinto soltó: 'Agárramela con las dos manos'».Cuatro décadas después ha emocionado en Mérida con el grito de cuatro mujeres al desamor y la soledad.