La apasionante vida de uno de los grandes escritores de viajes del siglo XX

El último amigo de Grecia

Artemis Cooper escribe la primera gran biografía del escritor y aventurero británico Patrick Leigh Fermor

XAVIER MORET
BARCELONA

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Cuando tenía 18 años, harto del fracaso escolar y de las juergas estudiantiles, Patrick Leigh Fermor se propuso hacer algo distinto, algo que le hiciera sentirse realmente vivo y que le proporcionara material literario. Fue así como el 9 de diciembre de 1933 se embarcó para Róterdam, donde inició una larga caminata hasta Estambul (él prefería llamarle Constantinopla) que duraría un año y 21 días.

En aquel viaje iniciático, en el que durmió en tabernas y pajares y, gracias a los amigos que fue encontrando por el camino, también en mansiones y palacios, Leigh Fermor fue testigo de los cambios en el paisaje, de la vida campesina, de la irrupción del nazismo y del final de la vieja Europa. Nada fue lo mismo para él después de aquella caminata que le regaló una nueva vida y muchas cosas que contar, como lo prueba el hecho que, cuando murió en junio del 2011, a los 96 años, todavía seguía escribiendo sobre aquel maravilloso e interminable viaje.

Leigh Fermor, hombre de larga vida y variados intereses, no regresó a Londres hasta 1937 y tardó nada menos que 44 años en abordar el relato del viaje, pero cuando en 1977 publicóEl tiempo de los regalos, primer título de una prevista trilogía, ya se ganó la etiqueta demaestro de la literatura de viajes. Nueve años después aparecía el segundo libro,Entre los bosques y el agua, que detenía el largo viaje en la antesala de los Balcanes. El tercero, el que debía llegar hasta Estambul, por desgracia no llegó a terminarlo, aunque está anunciada su aparición este mismo año con el título deThe Broken Roady edición a cargo de su biógrafa, Artemis Cooper, que se ha basado en un manuscrito de los años 60 del autor y en su diario de viaje.

Artemis Cooper, nieta deladyDiana Cooper, amiga de toda la vida de Leigh Fermor, describe al escritor como «un Peter Pan que se negaba a crecer» y titula así la biografía que publica en España RBA y llega mañana a las librerías:Patrick Leigh Fermor. Una aventura.

Y no hay duda de que la vida de Leigh Fermor tuvo mucha aventura, sobre todo antes de cumplir los 30. Vinieron después años más reposados, retirado en su casa del sur del Peloponeso, en Kardamyli, contemplando el Mediterráneo, paseando entre olivos y escribiendo libros maravillosos que bebían de su experiencia viajera.Mani (1958) yRoumeli (1966), dedicados a la Grecia que tanto quería y que tan bien conocía, y los dos libros sobre el largo viaje a pie son sin duda lo mejor de su obra.

Que la vida de Paddy fue unaaventuralo prueban la larga caminata que hizo antes de cumplir los 20 años y sus experiencias como miembro del Special Operations Executive del Ejército británico, que incluyen el descenso en paracaídas sobre la Creta ocupada por los nazis y, el 26 de abril de 1944, el secuestro del general Kreipe, alto mando de las tropas alemanas en la isla.

En una hazaña muy peliculera (hubo versión para la gran pantalla, con Dick Bogarde en el papel de Leigh Fermor), el comando logró pasar 22 controles nazis con el coche del secuestrado y trasladar después al general, a pie por las montañas, a una cala del otro lado de Creta, donde les esperaba un barco que les llevaría a El Cairo.

ESCRITOR Y GUERRERO / Leigh Fermor abandonó Creta convertido en un héroe y con jugosas anécdotas, como la que él mismo cuenta enEl tiempo de los regalos, cuando el general Kreipe se puso a recitar, ante la visión del monte Ida, los primeros versos de una oda de Horacio, en latín, y él prosiguió hasta terminarla. «Fue algo muy extraño, como si durante un largo momento la guerra hubiera dejado de existir», escribió.

Del viaje a pie atravesando Europa y de su experiencia en Creta se sabían ya muchas cosas gracias al mismo Leigh Fermor, pero Cooper rellena los huecos de una biografía que da para varias vidas. Los amores de Paddy, por ejemplo. En 1935 se enamoró en Atenas de la princesa rumana Balasha Cantacuzene, 16 años mayor que él, y se fue a vivir con ella a su palacio de Moldavia.

SEPARADOS POR LA GUERRA / Solo el estallido de la segunda guerra mundial, en 1939, les separó, y no volvieron a verse hasta 1965, cuando él fue a visitarla a Rumanía y la halló envejecida y maltratada por la vida, pero con una sorpresa para él: durante todos aquellos años había guardado un cuaderno verde, iniciado en 1934 en Bratislava, en el que el autor recogía su experiencia viajera.

Otro gran momento para Leigh Fermor llegó en 1944 en El Cairo, cuando conoció a la fotógrafa Joan Rayner, hija de un político conservador británico, con la que viviría una relación abierta durante muchos años. Acabarían casándose en 1968 y vivirían a partir de los años 60 en la maravillosa casa de Kardamyli, en el sur del Peloponeso, que construyeron entre los olivos y el mar.

Cooper califica a Leigh Fermor de personaje «encantador, sofisticado y culto», muy leído y capaz de memorizar poemas en varios idiomas, pero también con una tendencia a la aventura que nunca le abandonó. Llega a compararle con Lord Byron, por el gran amor que sentía por Grecia, y recuerda que cumplió los 20 años en un monasterio del Monte Athos y que en 1984, a los 69, atravesó a nado el estrecho de los Dardanelos, el antiguo Helesponto de la Grecia clásica.

«En compañía de Paddy, todo el mundo se sentía más lleno de vida, más simpático y con más talento para entretener», escribe, cautivada por el personaje. «Ese don -conseguir que el prójimo se sintiera mejor- jamás abandonó a Paddy. Décadas más tarde, una de sus más viejas amigas dijo lo siguiente: '¿No sería maravilloso que Paddy se presentara en forma de píldoras, de tal modo que uno pudiera tomarlas cada vez que se siente deprimido?'».

UNA PERSONALIDAD MAGNÉTICA / La biografía de Cooper, esposa, por cierto, del historiador Anthony Beevor, se nota entregada a Leigh Fermor, aunque apunta que este deformó algunas escenas de su viaje a pie, algo que no puede sorprender si tenemos en cuenta que lo escribió tantos años después. También comenta su promiscuidad y cita que una de sus amantes le llegó a recriminar que se encontró «un parásito bastante embarazoso» en una de sus cejas. Y añade, discreta: «Mejor no preguntar cómo llegó hasta allí».

Leigh Fermor no tuvo nunca un trabajo estable, como no fuera el guion que escribió para John Huston, y tuvo problemas de dinero hasta que la herencia recibida por su esposa y el éxito de sus libros le permitieron instalarse en la Grecia que tanto amaba. Fue allí, en la península del Mani, donde escribió sus libros a mano, como dan fe los manuscritos llenos de tachaduras y correcciones que le enviaba a su paciente editor. Sorprende, sin embargo, que el primer libro que publicó,El árbol del viajero(1950), tratara de las islas del Caribe, un territorio muy alejado de los que le llevarían a la fama.

La biografía de Cooper es un libro con mucha información de primera mano que se lee con interés, aunque es evidente que lo que de verdad esperamos los admiradores de Leigh Fermor esThe Broken Road, el libro que cerrará la trilogía dedicada al largo viaje a pie que empezó hace casi 80 años. Si mantiene el nivel de los dos primeros, será sin duda una fiesta literaria, un auténtico regalo.