crónica

La visualización del sonido

Carsten Nicolai y Ryoji Ikeda, con su proyecto Cyclo, trascienden conceptos como experimental o radical

JULIÁN GARCÍA
BARCELONA

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El colosal recinto ferial que acoge el Sónar de Noche las ha visto de todos los colores a lo largo de su historia. Pero pocas experiencias tan al límite como la que propusieron el viernes el alemán Carsten Nicolai (alias Alva Noto, cómplice esta noche de Ryuichi Sakamoto) y el japonés Ryoji Ikeda con su proyecto Cyclo: una osada aventura artística basada en la visualización del sonido que deja por los suelos conceptos como experimental, avanzado o radical.

Ikeda y Nicolai, vestidos de luto riguroso, abrieron la noche en el escenario grande de la Fira Gran Via preludiando el concierto festivalero de The Human League, en lo que puede considerarse como uno de los mayores actos de terrorismo sonoro, o de simple sarcasmo gamberro, de los organizadores del Sónar. La propuesta de Cyclo, de apenas media hora de duración, trascendió la experiencia sensorial convencional, en la medida en que se trata del bombardeo, a todo volumen, de patrones de tonos, pulsaciones, ultrasonidos y ritmos acompañados, en tres monitores, de tintineantes imágenes de puntos y retículas en blanco y negro. El sonido, o su deconstrucción al nivel infinitesimal, se percibe en el cuerpo, esófago y píloro incluidos, como el masaje de una máquina VibroPower a toda potencia; y la cabeza, a ratos, parece perderse intentando escuchar la esencia de la electricidad pura.

Sobre el papel, la cosa aterra, pero acaba siendo una experiencia sencillamente extraordinaria. Hasta hubo alguno que se arrancó a bailar. Obviamente, esto es el Sónar de Noche.