INSÓLITO EJERCICIO DE DANZA

En la habitación 712

La bailarina y coreógrafa Àngels Margarit representa una pieza sobre la soledad en una estancia del hotel Le Méridien de BCN

Àngels Margarit, en un momento de la coreografía que presenta en la habitación 712 del hotel Le Méridien.

Àngels Margarit, en un momento de la coreografía que presenta en la habitación 712 del hotel Le Méridien.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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Una habitación con vistas en cualquier hotel de cualquier ciudad del mundo. Eso sí, suficientemente grande para improvisar una miniplatea junto a la puerta. Estos eran los únicos requisitos del espacio escénico pensado por la coreógrafa y bailarina Àngels Margarit cuando en 1989 creó el espectáculo Solo para habitación de hotel para su estreno en el festival de teatro de Sitges. Una delicatesen de apenas 20 minutos tan intensos como insólitos que ayer rescató del baúl de los recuerdos para presentarlo por primera vez en Barcelona, dentro de la programación de Dansalona. La habitación 712 del hotel Le Méridien, en La Rambla, abrió anoche sus puertas a varios puñados de voyeurs que, de ocho en ocho, apostados junto a la puerta, compartían latidos y miradas. Las sesiones se repetirán hoy y el sábado y domingo hasta seis veces desde las 20.20 hasta las 22.20 horas.

«Fui mi primer solo y quise hacerlo en un contexto diferente; un lugar en el que los espectadores pudieran percibir la soledad de una manera muy íntima y emotiva, y pensé que una habitación de hotel era muy adecuada», cuenta la coreógrafa, que durante su trayectoria ha buscado nuevos espacios de expresión. Concibió esta «miniatura» coreográfica, agrega, como si se tratara de un fragmento de una película. «Como si la cámara me siguiera y se rodara una secuencia cinematográfica circular, que acaba como empieza». La inspiraron películas como En la ciudad blanca, hiriente trama sobre el desarraigo de Alain Tanner.

Para Margarit, el espectador asiste como un «voyeur accidental y sin el refugio de la oscuridad de la platea a una escena que sucede en una habitación». La cercanía hace que su «mirada sea táctil», que capte la textura de las cosas, la luz, el olor. «Descubre la intimidad de un personaje atrapado en el silencio de sus pensamientos, de su soledad...».

ANGUSTIA // En la escena, una cama de sábanas blancas preside las cuatro paredes. Sobre ella, se mueve y desgarra, vestida de negro, una mujer. La moqueta que tapiza el suelo (tan vilipendiada a veces) se convierte en su aliada. La bailarina vomita su angustia arrastrándose y lanzándose sobre ella... Luego abre la ventana y comparte la mirada al exterior con el público. Una bandeja con el desayuno casi intacto revela su desgana, y los objetos personales desparramados dan más pistas de su estado anímico.

Una coreografía muy viajada que tras cruzar océanos –se ha visto en Venezuela, Australia, Japón, Canadá...– ahora regresa a Catalunya, coincidiendo con el 25ª aniversario de la compañía que dirige Margarit, Mudances, a la que el Mercat de les Flors dedicará una retrospectiva en noviembre.