ENTREVISTA CON LA ACTRIZ, PROTAGONISTA DE 'AGOST¿ EN EL TEATRE NACIONAL DE CATALUNYA

Anna Lizaran: «Pensábamos que 'Agost' podía resultar un éxito, pero no tanto»

Anna Lizaran, la pasada semana, en el Lliure, el teatro de Gràcia que contribuyó a fundar en 1976.

Anna Lizaran, la pasada semana, en el Lliure, el teatro de Gràcia que contribuyó a fundar en 1976.

JOSÉ CARLOS SORRIBES
BARCELONA

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Se ha ganado un tratamiento reservado solo a las más grandes de la escena. Porque es una leyenda viva del teatro catalán. Anna Lizaran, La Lizaran, lo demostró con creces con su soberbia interpretación de Agost, el gran hit del teatro catalán del pasado año. Ella se muestra agradecida por el reconocimiento y le gusta casi tanto hablar de teatro como del Barça. Es una culé de las militantes.

-¿Qué le despierta ser candidata a Català de l'Any según la votación de nuestros lectores?

-Es importantísimo que te reconozca el público, pero me hace especial ilusión estar al lado de gente a la que admiro tanto, como Xavi, Iniesta, Montserrat Caballé, Emili Teixidor y todos los demás. No creo que me lo tengan que dar por una tarea de unos meses.

-Pero no negará que Agost fue todo un fenómeno, de crítica y de público. ¿Lo esperaba?

-Pensábamos que podía resultar un éxito, pero quizá no tanto. Cuando leí la obra, me dije que me apetecía mucho hacerla. Mi papel era un bombón para cualquier actriz. Lo hablamos con Emma [Vilarasau] y Abel [Folk]; si todo iba bien podía ser un acontecimiento.

-El bombón era un personaje como la tremenda Violet, la gran matriarca de la familia Weston. ¿Se identificó en algo con ella?

-Mi personaje es extraordinario. Me gusta jugar e inventar, y más cuando el papel está tan lejos de mi manera de ser. No soy ni americana, ni pastillera... Disfrutas cuando te encuentras con situaciones en las que has de inventar. Porque pasas de simpática a antipática, de loca a cuerda...

-Todo el mundo destacó su energía en escena. ¿Cómo recarga las pilas? ¿Se cuidó especialmente para una obra de cuatro horas y tan intensa?

-A mí, pilas me sobran. Tengo fama de perezosa, pero sí y no. Y no me cuido especialmente, lo que sí intento es dormir muchas horas. Mi terapia para recuperar la voz es dormir.

SEnDAgost en el TNC y Dues dones que ballen en el recuperado Lliure de Gràcia. ¿Cómo lo ha vivido?

-Con una gran emoción. Es una temporada perfecta. Tenía muchas ganas de volver al Lliure, un teatro donde me han salido todas las arrugas, las canas, se me ha muerto gente muy querida, he conocido a gente importantísima... Es mi casa.

-Pero lleva unos años con otra camiseta, la del TNC de Sergi Belbel.

-Es aquello del mejor postor. Me siento una privilegiada porque me han llegado papeles extraordinarios desde que me hice mayor. Tuve un tiempo difícil, de parón, en el que ya no era ni madre, ni iaia, ni guapa, ni fea. Es una suerte poder hacer Agost y luego una cosa tan sencilla, en el mejor sentido de la palabra, como Dues dones que ballen.

-Otras compañeras de generación no disfrutan de este privilegio...

-Es que todas se operan y quieren ser jóvenes. No hay iaies en el mercado y yo me lo llevo todo [Risas].

-Y eso que lleva años amenazando con retirarse. Ya lo insinuaba a mediados de los 90.

-No me dejan retirar. Me lo ponen difícil con estos papeles. Entonces no me gustaba lo que hacía.

-¿Sigue pensando antes de un estreno en lo bien que estaría en una parada de olivas en la Boqueria?

-Así es. Cuando cojo el taxi para ir al teatro siempre pienso en por qué no tengo un puesto. No tienes mucho trabajo, con todas las olivas delante... Un estreno es gratificante y, al mismo tiempo, te mortifica.

-Recuerde alguna anécdota de tantos años de carrera.

-Uf, tengo tantas obras... Me acuerdo mucho de que el día que el Bar- ça ganó la primera Copa de Europa hacíamos Electra. Había unos 25 espectadores... ¡Vaya ganas de ir al teatro un día así! Yo estaba al lado de un ataúd y cuando marcó Koeman toda Gràcia retumbó. Dejé de llorar y dije: 'Nois, creo que hemos ganado la Copa de Europa'. Y luego seguí con el texto. Soy muy culé.

-Y el mejor elogio del público.

-Me producen bastante pudor estas situaciones. En el escenario puedo hacer cosas que fuera de él soy incapaz de hacer. Y no es por ninguna terapia. Una vez me pusieron en una nota: 'Una señora se encontró un día a Groucho Marx y le dijo: señor Groucho, no se muera nunca. No lo hagas, Anna'.

-¿En la triunfadora de Agost qué queda de la joven que empezó con La Passió en Esparreguera?

-Yo nunca dije aquello de mamá, quiero ser artista. Me lo encontré todo. Hice La Passió y estuve en una compañía en Esparreguera. Vine a trabajar a Barcelona, donde un día descubrí una escuela de teatro. Estaban Boadella, Montanyès, Maria Aurèlia Capmany... Me apunté y de allí salieron Els Comediants. Luego tuve una beca de dos años en París. Me escribió Lluís Pasqual para contarme que se estaba gestando el Lliure. Y volví. Ha sido una rueda que me ha ido arrastrando.