Junts pel Sí y la CUP pisan el acelerador en la negociación

Antonio Baños, Gabriela Serra y el resto de diputados de la CUP, cantando 'Els Segadors' en la sesión inaugural de la legislatura, ayer.

Antonio Baños, Gabriela Serra y el resto de diputados de la CUP, cantando 'Els Segadors' en la sesión inaugural de la legislatura, ayer.

NEUS TOMÀS / FIDEL MASREAL / BARCELONA

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Junts pel Sí y la CUP se han puesto las pilas para intentar consensuar una declaración institucional que implique un primer pronunciamento del nuevo Parlament. El objetivo sería poder aprobarla antes del primer debate y votación de investidura del presidente de la Generalitat, que como muy tarde debe convocarse para el 9 de noviembre.

De lo que pase en los próximos días depende de que Artur Mas vuelva o no a ser reelegido o que se abran otros escenarios: otros candidatos o, incluso, otras elecciones. La CUP no quiere alargar las negociaciones hasta enero, pero tampoco lo descarta. Será decisivo comprobar si los investigadores del caso 3% consiguen pruebas significativas -vía declaraciones de los imputados y confidentes, además de la documentación incautada- que demuestren lo que Mas insiste en calificar de indemostrable: que CDC recibió comisiones de empresas a cambio de adjudicarles obras y concesiones públicas [más información en la página 20].

Si la corrupción toma cuerpo, el líder convergente tendrá aún más complicado conseguir que la CUP se repiense su negativa a facilitarle la investidura. En CDC insisten en que no se plantean ninguna alternativa que no pase por Mas. De momento, el nombre del candidato se ha dejado fuera de negociación. La CUP asegura que no se ha movido un ápice, mientras en Junts pel Sí explican que dentro de la fuerza anticapitalista hay grietas y que en el territorio existen voces a favor de investir a Mas por el temor a que si no el proceso independentista embarranque.

Las tres mesas

De momento, y mientras el nombre del candidato a presidente de la Generalitat sigue aparcado, las tres mesas negociadoras han pisado el acelerador. Una es la que fija cómo debe ser el proceso constituyente -eso incluiría la declaración institucional del Parlament, que pasaría por proponer que Catalunya se convierta en un Estado independiente con forma de república-.

La segunda negociación es la que tiene encima de la mesa la hoja de ruta sobre cómo debe llevarse a cabo la «desconexión», y hay una tercera en la que se plantean las medidas que la CUP resume en el concepto «rescate ciudadano».

En todo caso, y más allá de la buena voluntad, la fuerza anticapitalista no dará fácilmente su brazo a torcer. Paralelamente, hay quien sopesa que un mal resultado de Podemos en las generales desactivará la presión que desde la izquierda pueda recibir la lista que encabeza Antonio Baños. La CUP asegura que, en caso de que exista un acuerdo inicial con CDC, nada hace presuponer que tengan que estar de acuerdo con las políticas sociales que lleve a cabo el nuevo Govern. Vamos que no se confíe Junts pel Sí porque los anticapitalistas no se ven de socio estable del Ejecutivo toda la legislatura ( por corta que sea). De hecho, su táctica pasa por un acercamiento a Catalunya Sí que es Pot que permita reforzar las políticas de izquierdas. Ahora la duda es saber si el grupo que preside Lluis Rabell estará también por la labor.