PERFIL DEL LÍDER DEMOCRISTIANO

Josep Antoni Duran Lleida: El dandi que no pudo ser 'hereu'

La versatilidad de Duran le ha permitido ser durante años uno de los mejores negociadores de CiU

Duran introduce su papeleta en la urna de la consulta de UDC.

Duran introduce su papeleta en la urna de la consulta de UDC.

NEUS TOMÀS / BARCELONA

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En los mentideros de la política catalana se atribuía a Josep Antoni Duran Lleida (Alcampell, 1952) la siguiente frase: «Después de Convergència... Unió». Eran los tiempos en que CiU debía afrontar el pospujolismo, años en los que Duran aspiraba a asumir el liderazgo del nacionalismo catalán. Pero acabó de número dos en la federación, un puesto de consolación después de que el ungido como 'hereu' fuese Artur Mas. Trece años después, a mediados del 2014, renunció a su cargo aunque sigue como portavoz de CiU en Madrid.

Duran ha mandado mucho, nunca ha escondido que ha actuado como lobista en el Congreso y durante varias décadas fue temido por los suyos y respetado por los adversarios. Con el paso de los años, a medida que la cúpula de Convergència se envolvía en la estelada, la incomodidad del líder de Unió se acrecentaba. Los cachorros convergentes han crecido y han ido ocupando despachos oficiales y, a diferencia de los dirigentes de antaño, no tienen miedo a Duran y le respetan lo justo.

MANO DURA

Ha conducido Unió con mano dura y anulando los conatos de corrientes críticas como la denominada El Matí, con quien la dirección convivió mucho tiempo sin problemas. Durante décadas, Duran ha sido Unió y Unió ha sido Duran. Empezó a militar en el partido en 1974 y durante casi 30 años presidió el comité de gobierno, Nadie le tosía. Hasta ahora.

Buen orador - uno de los mejores de la política española-, cuenta que uno de sus sueños era ser periodista. Tal vez por ello es difícil encontrar a otro político que siga más de cerca los titulares de la prensa editada en Barcelona, pero también la de Madrid y la de las principales cabeceras internacionales.

Su cuidada imagen y su perfil moderado le situaban en las encuestas como uno de los más valorados, con puntuaciones inusitadamente altas para un político. Pero eso también ha cambiado. Seguramente sus referencias críticas al PER andaluz o su defensa de una mejor financiación para Catalunya han ayudado a que perdiese popularidad en el resto de España. Paralelamente, sus críticas al independentismo le han pasado factura en casa.

La consulta de este domingo es en realidad el último pulso que el aún líder de Unió ha librado con los críticos de su partido, pero sobre todo, con sus socios de CDC. Y ha ganado. Por la mínima.