CONFLICTO EN LA FEDERACIÓN NACIONALISTA

La crisis de CiU abre la incógnita de la candidatura en las generales

El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, interviniendo el miércoles en el Congreso.

El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, interviniendo el miércoles en el Congreso.

FIDEL MASREAL / BARCELONA

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La crisis abierta por la división de voto en el Congreso entre Unió y Convergència ha hecho aflorar una cuestión de fondo: ¿Será el líder democristiano Josep Antoni Duran Lleida el candidato de la federación en las elecciones generales previstas para final de año? Muchos en CDC y también en Unió dan por hecho que la respuesta es negativa. Y la desautorización del pasado martes a la posición de Duran (quien insistió en que CiU había decidido votar a favor de la tramitación del pacto antiyihadista) alimenta esta posibilidad.

Tras el cruce de acusaciones por la discrepancia en el voto, CDC trató ayer de no alimentar la controversia, pese a que el hombre fuerte de Convergència en Madrid, Pere Macias, admitió que la situación es de «crisis» en las relaciones entre ambos partidos. Unió mantiene que lo sucedido es «grave» y congela por el momento la decisión sobre si conviene seguir celebrando las reuniones del grupo parlamentario de CiU en el Congreso. Diputados de CDC en Madrid responden que, de hecho, Duran no asiste a casi niguna de esas reuniones. A la pregunta de si Duran repetirá, la respuesta en la dirección democristiana es: «Esto hay quee reguntárselo a él, está en sus manos».

Fuentes convergentes admiten que la gestión de este «malentendido» se podría haber llevado con mucha más claridad desde el principio. Pero alegan que Duran se empecinó en votar a favor de la tramitación de un texto al que ningún otro grupo, salvo populares y socialistas, iba a dar su apoyo.

PÉSIMAS RELACIONES CON RULL / Pero la cuestión es si Duran continuará o no al frente de la nave de CiU en el Congreso. De entrada, el grado de estima por el líder democristiano en Convergència es cercano a cero. Añádase a ello que las relaciones que el número dos convergente, Josep Rull, tiene  con Duran son pésimas cuando no directamente inexistentes.

La reflexión más moderada en las filas convergentes es la siguiente: en primer lugar, Unió ha de decidir qué posición adopta respecto a la hoja de ruta independentista cara a las elecciones autonómicas del 27-S. Segundo, si tras esa cita no existe mayoría absoluta soberanista, la cuestión de Duran pasaría a ser menor ante el hundimiento de la estrategia. En caso de seguir adelante el proceso, entonces sí habría que atender a la candidatura en las legislativas.

El pacto que forjó la actual federación nacionalista cedía a los democristianos el liderazgo en la candidatura de las elecciones generales. Así pues, otro dirigente de Unió debería sustituir a Duran. Se ha especulado con el nombre de la vicepresidenta del Govern, Joana Ortega. Una figura que se mueve de forma hábil entre la lealtad a Duran y la que le debe al president Artur Mas, con quien compartió sin fisuras el diseño del proceso participativo del 9-N.

Muy pocos en CDC son capaces de argumentar cómo compaginar el independentismo con la candidatura de Duran Lleida. Unos apelan a la «paciencia». Otros dan a entender que de la crisis actual puede deducirse que Duran ya no manda en solitario en Madrid.