Artur Mas saca pecho

CARLES PASTOR

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Hace 48 horas era: concierto económico o independencia. Ahora, tras la exitosa manifestación de la Diada (*) es: con o sin concierto, independencia. Ese es, en esencia, el mensaje de ayer de un envalentonadoArtur Mas. Aunque elpresidentevitó usar la palabra independencia, que, al igual queseparaciónosecesión, es un término agresivo, y optó por hablar de «Estado propio». Debe creer que asusta menos a los no incondicionales.

El pacto fiscal, dijo, es imprescindible porque conlleva una Hacienda propia, y esta es un instrumento de Estado, que como otros instrumentos de soberanía hay que construir para llegar a la plenitud nacional tal como él la entiende Y ese instrumento se obtendrá con o sin acuerdo con el Gobierno central. Es decir, que el próximo día 20,Masle pedirá aMariano Rajoyque le facilite un instrumento que utilizará para que Catalunya se vaya de España. Si existía alguna (pequeñísima) posibilidad de negociar conRajoy, el planteamiento deMasse lo pone muy difícil, a este o a cualquier presidente español, por mucho que elpresidentinstara al mandatario español a ofrecer soluciones, «si es que las tiene», a sus reclamaciones. Y lo remató diciendo que la superación del déficit fiscal, aunque pudiera «amortiguar» el proceso hacia la independencia, no lo «detendrá».

Con todo, lo más preocupante es que considera que ya suma una mayoría social suficiente para alcanzar la secesión. Le basta con la mitad de la opinión pública. Si este movimiento se puede ampliar «un poco más, bienvenido sea», pero esta mayoría, afirmó, «ya la tenemos». Y lo peor: las preguntas que se hace la calle y para las que no tiene respuesta: ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿En qué circunstancias? ¿Llevará CiU un programa independentista a las próximas elecciones?

(*) Reconocer el éxito de la manifestación no está reñido con la verdad. En todo el paseo de Gràcia caben, apretadas, 220.000 personas, según cálculos del ya desaparecido colectivo Contrastant, que lo elevó a 300.000 para ser generoso. Un millón y medio supone cinco veces el paseo de Gràcia, o 15 veces el Camp Nou. Una cifra imposible. Todo empezó en 1977, cuando un alucinado habló de la manifestación del millón y nadie se lo discutió.