La clave

'Al rojo vivo': la política como carrusel

Antonio García Ferreras ha cimentado su innegable éxito en la adaptación al lenguaje televisivo de un viejo formato a prueba de bomba

JUANCHO DUMALL

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'Al rojo vivo'el programa informativo y de debate político de las mañanas de La Sexta que dirige Antonio García Ferreras, ha cimentado su innegable éxito a la adaptación al lenguaje televisivo de un viejo formato a prueba de bomba: el 'Carrusel Deportivo' que la cadena SER inventó en 1954. El ritmo frenético del programa, las conexiones múltiples y el lema de la actualidad por delante de todo se adaptan como un guante al panorama político del país, en que hay tantos frentes abiertos como partidos de primera división en un fin de semana.

La diferencia es que en las mañanas de La Sexta los goles no se marcan en La Condomina sino en la Audiencia Nacional, los escándalos arbitrales no estallan en Las Gaunas sino en la UDEF, y las estrellas no son MessiCristiano o Griezmann sino el fiscal Horrach, el cuñado de Rita Barberá o la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola. Por tener, 'Al rojo vivo', tiene hasta 'partido de la jornada', que depende de la sede que aquel día registre por sorpresa algún cuerpo de seguridad del Estado.

LA POLÍTICA EN TIEMPO REAL

Viendo 'Al rojo vivo', o su competidor, 'Las mañanas de Cuatro', el espectador tiene la sensación de estar viviendo la política, en su doble vertiente de la negociación para la investidura e investigación de la corrupción, en tiempo real, merced a una trepidante sucesión de crónicas, alertas, tuits, canutazos de los ministros e intervenciones estelares de Marhuenda. Para que esos programas por donde desfilan los portavoces políticos sin excepción tengan definitivamente el aire futbolero de la tarde de los domingos, solo faltan las cuñas publicitarias de 'La Castellana, el anís de España'.

Que la televisión haya creado un carrusel diario con las noticias de los tribunales y las cuitas de los partidos es a la vez un acierto del medio y un fracaso de la política. Porque esta nunca debió entrar por los territorios del espectáculo, en general casposo, de los imputados y los arrepentidos, sino mantenerse en el de la confrontación de las ideas y los proyectos. La corrupción ha convertido la lucha por el poder en una liga que se dirime en el Congreso y también en los campos de Palma, Valencia y Andorra.