EL MUSEO IMAGINARIO
Kiko Amat: Cercles o el libro de segunda mano como droga
Gustavo Perona compró la librería, de la década de los 50, hará «ocho años largos». Un día cruzó la puerta el autor de 'Cosas que hacen BUM'
Pau Arenós
Coordinador del canal Cata Mayor
Periodista y escritor, con 18 libros publicados, entre ellos, novelas y cuentos, y media docena de premios, como el Nacional de Gastronomía. Ha estado al cargo de las revistas 'Dominical' y 'On Barcelona' y ha dirigido series de vídeorecetas y 'vídeopodcast'. El último libro es 'Las pequeñas alegrías'.
Pau Arenós
«Soy un tío nervioso y las librerías me dan paz. Me chiflan los libros de segunda mano». Es una de las razones por las que el escritor Kiko Amat (Sant Boi, 1971) ha elegido Cercles, en el número 201 de la calle de Bailén.
Cierto: durante la conversación se muestra febril, tal vez porque sucede en un bar y no en el balneario libresco.
Más motivos por los que, según Amat, Cercles merece formar parte del museo: el librero Gustavo Perona, con el que comparte lecturas. «Me descubrió a Plinio». El guardia de La Mancha con el que Francisco García Pavón construyó una novelística policiaca y rural, alternativa al detective urbano y con sombrero borsalino. La cazalla como complemento del whisky.
Plinio lo relaja (y las librerías, como ha dicho), yoga mental que completa las novelas de P. G. Wodehouse y los textos sobre la segunda guerra mundial (aunque la batalla de Stalingrado no es precisamente balsámica).
Habla de Perona como de su 'dealer', así que las lecturas sobre el «bando del eje» -las favoritas- serán mandanga de la buena. Comenzó la afición 'guerramundialista' durante las hostilidades de la adolescencia: «Soy un 'nerd' original: juegos de mesa, 'comic books' e historias de la segunda guerra mundial. Y con odio al deporte».
A punto de entregar la quinta novela, escribe cinco horas por la mañana -«con tapones y música de fondo»- y solo a las 13.30 horas regresa al mundo de los vivos.
Es entonces cuando sale de casa y da una vuelta para ventilar la azotea. Incapaz de las conversaciones de ascensor -«seguro que son terapéuticas», ¿burla?-, charla con Perona. En una vitrina de Cercles, algunas de sus obras. No están a la venta: forman parte del alijo personal del 'dealer'.
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