CRÍTICA
'El desafío': media hora en el alambre
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
QUIM CASAS
{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"El desaf\u00edo\u00a0\u2605\u2605\u2605","text":"Direcci\u00f3n:\u00a0Robert ZemeckisCon:\u00a0Joseph Gordon-Levitt, Charlotte Le Bon, Ben Kinglsey, James Badge DaleT\u00edtulo original:\u00a0'The walk'Pa\u00eds:\u00a0Estados UnidosDuraci\u00f3n:\u00a0124\u00a0minutosA\u00f1o:\u00a02015G\u00e9nero:\u00a0DramaEstreno:\u00a025\u00a0de diciembre\u00a0del 2015"}}Robert Zemeckis es uno de los directores estadounidenses que mejor emplea el digital en el cine hollywoodiense. En eso rivaliza con J. J. Abrams (que le da siempre un toque muy físico) y Michael Mann (que realza la profundidad de campo). Los tres utilizan la tecnología con criterio: la forma numérica nunca devora al fondo.
El problema con el último filme de Zemeckis es que explica como ficción una historia que el propio cine (documental) ha hecho muy conocida: la de Philippe Petit, el equilibrista francés con ínfulas de artista anarquista conceptual que, en 1974, dispuso un cable entre las aún no inauguradas Torres Gemelas (a quienes está dedicada la película en la última imagen, por lo que fueron y por lo que representan tras el 11/S) y estuvo caminando y haciendo cabriolas en ese cable durante media hora.
Es un caso real y también un documental célebre, 'Man on wire', de James Marsh, galardonado con el Oscar en el 2008. La historia es tan conocida que el proyecto de llevarlo a los terrenos de la ficción digital y comercial solo puede entenderse en función de esa última media hora prodigiosa, en la que Zemeckis filma a Petit en las alturas como un magnífico ejercicio de suspense.
El resto diríamos que hasta sobra. Zemeckis no pretende embellecer al protagonista (James Gordon-Levitt refuerza aún más su molesta y egocéntrica personalidad) y pone toda la carne en el asador en esos 30 minutos tensos y fulgurantes que valen por toda su obra (con perdón de los fans de 'Regreso al futuro' y 'Forrest Gump').
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